De un tiempo a esta parte, cuando se debate el tema del capitalismo, es una cuestión recurrente, por parte de un sector de la población situada en el ambiente del progresismo socialdemócrata, que cuando se califica al capitalismo de injusto, desigual, cruel o depredador, tachan a quien así lo define como un antisistema, izquierdista radical o comunista trasnochado.

Sin lugar a dudas seguir situados en la socialdemocracia del siglo pasado, les hace conservar la idea de que la única manera de gobernar un estado es la alternancia entre liberales y socialdemócratas, pero la situación de entonces a ahora ha cambiado bastante.

Aprovechando la canícula del mes de agosto, les recomiendo la lectura de estos libros, todos ellos relacionados con la evolución que está experimentando el capitalismo en estos últimos veinte años: La Crisis del capitalismo democrático (Martin Wolf. 2023). Menos es más (Jason Hickel. 2021).Tecnofeudalismo (Yanis Varoufakis.2023). El Capitalismo ha muerto (Mckenzie Wark. 2021). La secesión de los ricos (Antonio Ariño y Juan Romero. 2016). El capital en el siglo XXI (Thomas Piketty. 2013).

La lectura de cualquiera de estos títulos nos muestra la evolución mencionada. Si bien algunos autores inciden en que el capital está mutando hacia una nueva clase dominante con poderes parecidos a los feudales para extraer riqueza, y otros sostienen que el sistema capitalista ha desaparecido para dar paso a otro sistema diferente, todos ellos están de acuerdo en que lo que viene va a ser mucho peor que lo que tenemos.

En Europa el modelo socioeconómico imperante tras la Segunda Guerra Mundial y hasta principios de 1970, fue modificado por el sistema capitalista neoliberal, marcando el inicio de la hegemonía conservadora vigente, ejerciendo la socialdemocracia de tonta útil.

La derrota del comunismo en la década de los ochenta dio alas al capitalismo neoliberal, el cual se empleó a fondo en atacar y desprestigiar a los sindicatos, reducir la legislación laboral para hacer descender el coste de los salarios, desmantelar algunos de los principales mecanismos de protección del medio ambiente y privatizar bienes públicos que anteriormente habían estado fuera del alcance del capital (los ferrocarriles, la energía, el agua, la sanidad, las telecomunicaciones, etc). Las consecuencias de este proceder fueron la destrucción progresiva de los derechos sociales, el empeoramiento constante de las condiciones de trabajo y, sobre todo, la ampliación de las desigualdades al crecer la disparidad entre los más ricos y los más pobres. De hecho, en el presente, el principal problema local, nacional y global es la desigualdad.

En eso estaban cuando les llegó la crisis, más bien estafa, financiera en el año 2008. Quizás fue el momento de haber intentado que la explotación desapareciera, la política se democratizara de verdad y la resiliencia de nuestro medioambiente se impusiera a otras prioridades, pero a partir del año 2009 todo eso se desvaneció y lo que se formó fue, por una parte, el capitalismo autocrático, esto es, el sistema económico en el que las estructuras capitalistas se combinan con un gobierno autoritario en el que, aunque se permite la propiedad privada y la acumulación de capital, las libertades civiles y políticas están restringidas, siendo el máximo referente el gobierno de China. Y por otra parte el capitalismo plutocrático, esto es, la forma de gobernanza de un estado controlada por una minoría formada por milmillonarios y cuyo referente principal se encuentra en el gobierno de Estados Unidos. La principal característica de este sistema es que se privilegia a los ricos y poderosos distorsionando tanto la economía de mercado como la política. Es especialmente significativo en este sistema los gobiernos que recompensan a los ricos con información privilegiada, con un régimen de competencia que tolera monopolios a los poderosos, un régimen regulador que tolera la corrupción y un sistema fiscal que hace que el pago de impuestos por parte de los ricos sea casi voluntario.

Capitalismo plutocrático y capitalismo autocrático llevan años colaborando en lo que algunos autores denominan el “pacto oscuro” por el cual se rigen las relaciones económicas entre Estados Unidos y China, cuyo resultado ha supuesto la miseria de los trabajadores en el mundo y que Trump está dando ahora otra vuelta de tuerca con sus aranceles.

La reacción que el capitalismo neoliberal europeo ha tenido a esos aranceles, con el conformismo tanto de liberales como de socialdemócratas, nos permite adivinar que este capitalismo neoliberal ha decidido someterse a las directrices del capitalismo plutocrático. En definitiva la Unión Europea tiene tanto miedo de aislarse de Estados Unidos que abandona definitivamente cualquier idea de mantenimiento del ya maltrecho Estado de bienestar, para echarse en brazos del capital. La reacción de alivio, cuando no de satisfacción, de todas las bolsas europeas con subidas generalizadas (el euro stoxx 600 subió un 1%) es una buena muestra de ello.

Ante este panorama cabe preguntarse que se puede hacer para intentar contrarrestar todo este circo. Teniendo en cuenta que estos nuevos sistemas capitalistas se basan en el aumento progresivo de milmillonarios, en detrimento del resto de la población, principalmente de la clase media arrojándola al riesgo de la exclusión social y la pobreza, y teniendo en cuenta que el método que usan para ello es no pagar impuestos, aunque resulte de Perogrullo, lo que hay que hacer es obligarles a que los paguen. Y para ello no hay mejor método que la progresividad en el sistema fiscal, aplicando la máxima del que más tiene más paga, y a todo tipo de rendimientos: del trabajo, capital, empresariales (sociedades), sucesiones (herencias). Y por supuesto luchar contra el fraude y la elusión fiscal.

En Navarra durante la legislatura 2015-2019, un grupo parlamentario relacionado con la izquierda anticapitalista, logro sacar adelante una reforma del impuesto de sucesiones en la que multiplico por veinte (2.000%) el tipo impositivo para herencias mayores de tres millones de euros, pasando del 0,8% al 16%. Y anuló el pago de ese 0,8% para herencias inferiores a 250.000€. El resultado es que la recaudación ha aumentado en un 35% respecto a lo que se recaudaba antes de la reforma, teniendo en cuenta que un 91% de las herencias han quedado exentas de pagar ni un euro.

Así mismo ese grupo parlamentario, aumento la partida presupuestaria para la lucha contra el fraude fiscal en un millón de euros, cuando los gobiernos de UPN destinaban mil euros. También se creó la comisión de lucha contra el fraude fiscal, en la que diferentes agentes sociales, políticos y sindicales se reunían trimestralmente para tratar el tema y poner soluciones.

El grupo de la izquierda anticapitalista fue defenestrado y el actual gobierno socialdemócrata, póngale Vds. el color que quieran: rojo, azul, verde (claro u oscuro) o morado, lleva más de un año debatiendo una reforma fiscal, en la que no se ponen de acuerdo en el tipo impositivo a aplicar en las rentas del trabajo. Además la partida presupuestaria para la lucha contra el fraude fiscal ha vuelto a ser de mil euros y la comisión de lucha contra el fraude fiscal lleva más de un año sin reunirse.

Con estos mimbres difícilmente podremos aportar desde Navarra nuestro granito de arena para hacer frente al capitalismo depredador que se nos avecina.

El autor es activista del Parlamento Social