He seguido con gusto las jaiak de Boise y, como toda actuación de los baskos en América, la he hecho mía pues se me hacen vivos los recuerdos del Laurak Bat de Buenos Aires donde transcurrí los primeros días de mi vida, del Euskal Erria de Montevideo donde concurrí de niña, y el Centro Vasco de Caracas en el que me hice mujer. Mis aitas formaban parte de esa tercera generación del éxodo basko a causa de nuestras guerras forales perdidas y de la conmoción y desastre económico, político y social que causaron con su larga lista de muertos y presos y exiliados. La primera emigración baska compacta es en 1877 tras la guerra 1872-76 y aquellos jóvenes, recién llegados a un continente y país nuevo, se reúnen y calculan cómo sobrevivir como comunidad en Argentina y deciden e implantan la creación de un Centro Vasco al que imponen servicios de ayuda social y asistencia sanitaria en un tiempo en que no se hablaba aún de atemción sanitaria pública, para evitar que ningún basko muriera en la indigencia, tal cosa ocurría en otros grupos migratorios y hoy ocurre en ciudades de USA, con el añadido de que los muertos fueran enterrados con dignidad y la cabeza vuelta hacia la patria que hubieron de dejar. A la que querían regresar. El empeño basko causó impacto en los países receptores, Argentina, Chile, Uruguay, Venezuela, Estados Unidos, y sobre todo algo que me llamó poderosamente la atención y que en las repúblicas del sur fue conocido como Palabra de Basko. Si al principio los baskos ejercieron como pastores de ovejas y lo hicieron con éxito, entre otras cosas, concertar (y fue inusual) con los aborígenes un pacto que convenía a ambos grupos y que evitaba que unos descarrilaran las manadas en acantilados para obtener unas pocas, y a los otros para mantener el orden de su ganados, ejerciendo una especie de pacto donde cada quien obtenía beneficios. En una generación pasaron a ser empresarios de las chacras y a comercializar sus productos lácteos.
Quizá valga destacar que los hijos de esa generación baska exiliada fueron educados y en las universidades, no las había en el país y era un viejo anhelo basko. Dos presidentes, R. Ortiz Lizardi de Argentina, y J.J. Amezaga de Uruguay, eran descendientes directos de baskos, ejercieron de abogados, llegaron a la presidencia de sus países, sin descuidar a los baskos que seguían su derrota de exilio a mediados del siglo XX. No hubo corrupción en su gestión. Los baskos eran en general alfabetos, pese a la existencia de tres idiomas en su cultura, el propio, el euskera, el castellano y el francés. Obviaron o simplificaron contrataciones escritas para firmar contratos con empresarios mediante un estrechón de manos y la seguridad de cumpir el compromiso adquirido. Fama había que en ninguna parte del acuerdo iba a ser faltada, pues la Palabra de Basko avalaba los conceptos contratados.
Palabra de Basko reflejaba respeto a lid empresarial, que era fuente de vida digna y también respeto a uno mismo, asumiendo un compromiso. Y al otro, socio en la lid, también fuente de progreso y seguridad de vida. Era un manejo de concepciones culturales que los baskos tenían derivadas de sus viejos Fueros, y de su propia y larga historia. De las diversas instituciones creadas que culminan en el reino de Nabarra. Con sus avances que, en muchos aspectos, ha copiado la Europa de nuestro tiempo: el Pirineo no era frontera, sino paso de gente y animales, el reino no tenía milicias organizadas, y sus cortes eran exponentes de una democracia que entonces se atisbaba y hoy disfrutamos. Me gusta recordar cómo a los reyes de Nabarra se les recordaba que no eran más que ninguno de sus súbditos, y que todos ellos valían más que ellos, y siempre tengo dentro de mí el lema de los Infanzones de Nabarra que hoy podría adirmarse como hombres y mujeres libres en patria libre. Es la raíz de un comportamiento basko que mira al otro con respeto, sea cual sea el cargo que ocupe, la seguridad de que el bien del otro es también tu propio bien. Palabra de Basko con leva una clave civilizadora y más en momentos de tanto trapicheo como nos rodea. La exigencia de permanecer atentos en una misión importante, como es el mantenimiento del bien público, base de toda igualdad social. La vigilancia de las personas que ejecutan cargos administrativos, la transparencia de los dineros púublicos, el ejercer los cargos, sean administrativos o empresariales o familiares, desde la honestidad y, sobre todo, del sentido común pues cuando más rico sea alguien más pobres serán los demás. Es difícil mantener semejantes menesteres, los lleva trabajando la filosofía desde el tiempo griego, pero es el único camino a seguir para que una sociedad goce de los bienes derivados de la libertad.
Palabra de Basko. Quizá sea la clave de todo compromiso político y social, también personal. Y voy recordando la frase de Abraham Lincoln: “ningún hombre es lo bastante bueno para gobernar a los demás sin su consentimiento”. Me voy reflexionando que los hombres y mujeres seguimos deliberando, cada generación a su modo, que todo proceso democrático es una lid donde concurren diversas facciones con las que hay que concordar, pero manteniendo la Palabra de Basko. El respeto propio y el ajeno.
La autora es bibliotecaria y escritora