Tuve la oportunidad de acudir al Foro Hiria de Participación Ciudadana, desafíos y oportunidades, promovido por Diario de Noticias. Aprovecho para darle las gracias a Diario de Noticias por la organización de dichos foros tan diversos e interesantes. En él se presentaron distintas iniciativas de participación inspiradoras, del propio Gobierno de Navarra y otras entidades: ayuntamientos, consorcios, universidades, colegios públicos etcétera ¡Enhorabuena!

Nada tienen que ver ni de planteamiento, ni de desarrollo con los procesos participativos que promueve, para poner en marcha sus múltiples proyectos, el Ayuntamiento de Pamplona. Son unos procesos absolutamente estereotipados, para cubrir el expediente, para poner en marcha unos proyectos que no han sido participativos y la ciudadanía no sabe ni de qué van. Lo único que importa es que el proyecto salga adelante, como sea. He tenido experiencia en varios de estos procesos desde la Milagrosa. En este momento estoy inmersa en el de la Comunidad Energética de Milagrosa, Azpilagaña, Santa María la Real, Lezkairu.

La OTC Navarra (Oficina de Transición Comunitaria) ha detectado que “la participación en estas comunidades se limita a ciertos grupos demográficos, particularmente hombres de unos 50 años, pertenecientes a estratos sociales más o menos altos. Esta situación plantea un desafío significativo, ya que limita la diversidad y la inclusión de diferentes perspectivas y necesidades en la toma de decisiones relacionada con la energía”.

Lo que ha pasado en Milagrosa es un caso clarísimo. Se inició el proceso participativo tipo para crear una comunidad energética. Se llegó al momento de constituir el Grupo Motor y no había suficiente gente para formarlo. La reacción del ayuntamiento: si la gente de la Milagrosa no quiere participar, tendremos que irnos a otro barrio a Lezkairu (en el proyecto inicial no estaba); ampliamos el radio de acción de las placas solares del polideportivo Arrosadía y vamos a buscar el patrón tipo de participante que nos conviene para sacar adelante en tiempo y forma un proyecto que nos hemos inventado sin contar para nada con las necesidades del barrio. Y así fue: los de Lezkairu querían participar. Objetivo cumplido.

La OTC ha encargado un estudio estratégico y líneas de acción sobre la diversidad en las Comunidades Energéticas a Traza Consultoría, que se presentó el 30 de septiembre a las comunidades energéticas y en su punto número 1 - Introducción dice: “la transición energética hacia un modelo energético renovable, sostenible y justo es un reto no sólo ni principalmente tecnológico, sino económico, político, social y cultural. Para promover una transición energética realmente justa, es necesario que las necesidades de las personas y los territorios sean puestos en el centro del sistema, que se puedan aprovechar los recursos renovables del entorno con el menor impacto ambiental posible y la ciudadanía pueda participar en la toma de decisiones relevante para la confección de un sistema energético que garantice el acceso universal a la energía presente y futura” etcétera, etcétera. Y así, 130 páginas sobre diversidad y participación inclusiva y otras 140 sobre la pobreza energética, que es uno de los problemas graves de la Mila y que incide directamente en otros muchos.

¿Se ha preguntado alguna vez el Ayuntamiento por qué no participa la Milagrosa ni en este ni en otros proyectos? La participación no surge por generación espontánea. Hay que crear un caldo de cultivo, hay que hacer comunidad primero, donde pueda fructificar la participación, y hay que ganarse la confianza y el respeto de la ciudadanía y demostrar a la gente que lo que les importa son ellos y ellas. La comunidad energética no es una necesidad que sienta la ciudadanía de la Mila. La pobreza energética, sí.