Mal final de fiesta...
La afición, sin dormir del disgusto. El zaragocismo sería ahora mismo un foco incandescente de alegría porque se habría doblado la mano a un rival directo y se viajaría a San Sebastián con el viento de cola y la moral enhiesta. Pero todo salió al revés, pero lo peor del K.O. técnico que propinó el Osasuna al Zaragoza con tres golpes al hígado brutales y crueles en la recta final del choque, no es la cuestión numérica. Lo más grave es el hundimiento anímico que, sin duda ni remedio, padeció el Real Zaragoza. Jugadores, técnicos y, sobre todo, la afición, no han dormido.
Fichas. Y llegó el movimiento de fichas. Mendilibar vio la luz al meter en el campo a Vadócz por un desaparecido Damiá. El húngaro revolucionó el partido y buscó un socio en Camuñas en el primer gol. La reacción rojilla no acabó ahí. Puñal puso con calidad una falta lateral y contó con el despiste en la marca de Jarosik. En el segundo palo estaba Sergio para cabecear de forma inapelable a la red. Los locales reaccionaron con los cambios a la desesperada de su técnico mexicano. Boutahar tuvo el empate en un latigazo al poste. Y con el Zaragoza volcado llegó una contra de manual en la que sentenció Osasuna, que pone la zona de abajo al rojo vivo.
Despellejados. No gustó el 1-3, ni que fuera Osasuna el verdugo, ni dejar a la afición sin el premio que merecía... De acuerdo. ¿Y qué? Las situaciones extremas, en el fútbol, se viven en carne viva, y el conjunto aragonés fue despellejado por un Osasuna vulgar que ni siquiera tuvo que usar cuchillo para remontar el gol de Lafita. No hay tanta sorpresa como parece en el triunfo de Osasuna, aunque sí en la forma de una victoria regalada no por decisión de los futbolistas y de su entrenador, sino por la incapacidad para cerrar el partido cuando se dispuso de la ocasión u ocasiones.
La clave, los porteros. Con 1-0 a favor y el rival grogui, se empachó de calma, firmó una segunda parte palidísima y se tiró al pozo. El Osasuna no tuvo otro remedio que animarse, ir al frente y probar a Doblas, que esta vez no respondió. Tres tiros, tres goles. Ricardo sí sacó dos goles a Uche y se alió con los palos. La fortuna y el acierto en las áreas fueron de Osasuna. El Zaragoza se durmió y Vadócz salió para activar el juego ofensivo de Osasuna. Cocinó con Camuñas dos goles y Sergio cabeceó el otro. Quizá demasiado premio para poco fútbol, pero Osasuna sonríe y acaricia la salvación.