pamplona. Lleva disputados 422 partidos con Osasuna, lo que le convierte por derecho propio en el segundo jugador en la historia del club que más veces ha vestido la camiseta rojilla, pero lejos de apreciarse un descenso en sus prestaciones ha concluido la temporada siendo el jugador del equipo que más minutos ha disputado. Para que algunos saquen la excusa de la edad.

¿Ha sentido vacío por dentro después de acabar la temporada tras haber tenido que jugarse todo en noventa agónicos minutos?

Vacío no, porque al final cuando la cosa termina bien y consigues salvarte en la última jornada lo que queda es una alegría terrible. Tengo la sensación de que en este último tramo de la Liga hemos ganado partidos importantes, fuertes, de mucha tensión, sobre todo en los últimos partidos en los que tuvimos que saltar al campo conociendo los resultados de todos los rivales y con la obligación de tener que ganarlos sí o sí. Ganar los partidos contra Valencia, Sevilla o el que jugamos en Zaragoza fue lo que me llenó de verdad.

¿No le llegó el típico bajón después de liberar tanta tensión acumulada?

Claro, porque es cuando se logra el objetivo de la permanencia cuando puedes respirar tranquilo, cuando te llega la satisfacción por haber acabado bien.

¿Le preocupa el hecho de que Osasuna, en tres de las últimas cuatro temporadas, haya tenido que llegar a la jornada 38ª pendiente de acabar la tarea?

Cuando estás en el filo de la navaja siempre tienes la sensación de que puede llegar lo peor, por muchas veces que hayas estado en la misma situación y hayas podido salir. Hay que aprender de las situaciones y poner remedios desde todos los estamentos del club.

¿Cuál es la principal conclusión que ha extraído de la temporada recién terminada?

Hay que hacer un conjunto de todo, pero considero que a raíz del relevo en el banquillo se produjo un cambio que modificó la situación del equipo. Éramos incapaces de sacar un punto de fuera de casa, pero con la llegada del nuevo entrenador se vio a un equipo que podía pelear por los partidos, igual fuera que en casa. La verdad es que no teníamos la sensación de estar haciéndolo tan mal como tener que jugarlo todo en la última jornada, pero quizás el no haber sacado nada fuera del Reyno durante la primera parte de la temporada nos terminó por pasar factura al final.

¿Esa transformación que experimentó Osasuna, sobre todo jugando como visitante, ha sido la mejor aportación de Mendilibar?

Sí, porque estábamos en una dinámica muy mala fuera de casa, veíamos que era imposible ganar y aunque perdiésemos por la mínima la sensación era de que estábamos lejos de poder ganar. Con el nuevo entrenador se puede ganar o perder, igual en casa que fuera, y los jugadores hemos ganado mucho en confianza en nuestro juego.

¿Cual considera que fue la victoria decisiva para lograr la permanencia de las últimas cuatro que se obtuvieron en el tramo final del campeonato?

Todas tuvieron su importancia, pero quizás la más trascendental fue la del Valencia. Salimos al campo conociendo los resultados de todos y era un partido que si no lo sacábamos adelante nos quedábamos descolgados en tres o cuatro puntos. Ese partido fue vital, como lo fueron después las victorias ante Sevilla y Zaragoza, pero la derrota en Getafe nos obligó a jugarlo todo a una carta contra el Villarreal.

¿La victoria ante el Sevilla fue el mejor momento de la temporada?

Sí, fue un partido de locura para los que estuvimos en el campo e imagino que para todos los que lo vieron en el campo o por televisión. Será difícil de olvidar, porque remontar al Sevilla tras irnos al descanso con 0-2 y con la necesidad que teníamos de ganar no es fácil. Será difícil que se vuelva a repetir.

Para lo que se ha estilado en este club, hacía tiempo que no se veía en el Reyno tanta cercanía entre el equipo y la afición. Tal vez fue lo mejor de todo.

Sí porque a mitad de temporada, aunque estábamos bien, parte de la grada no tenía mucha comunicación con el equipo, con el entrenador, pero en la segunda parte del año todo cambió. En los últimos partidos se juntó todo, la gente se identificó más ante la situación del equipo y se pudieron ver unos últimos encuentros con mucho ambiente.

Dada la extrema igualdad que se aprecia entre la clase media-baja lo mejor será acostumbrarse a estos finales agónicos.

Claro y basta con fijarse en la clasificación para darse cuenta de que muy pocos equipos llegaron al final sin nada que jugarse. Excepto el Espanyol, por arriba o por abajo todos tenían intereses.

¿Lo sucedido al Deportivo debe servir como piedra de toque para los que piensan que el descenso es cosa de otros?

Hay que aprender de todo, pero tampoco hay que irse muy lejos para ver lo que ha pasado al Dépor, porque a nosotros ya nos ha tocado vivir esa parte amarga del fútbol. Hay que saber sacar conclusiones, el presidente pero sobre todos los jugadores, que somos la parte más importante cuando las cosas van bien o mal.

Al acabar el partido contra el Villarreal, cuando se certificó la salvación, se acordó de Lotina, ¿tanto hizo por usted para tener un recuerdo para él en un momento de tanta alegría como fue ese día?

No tengo más palabras de agradecimiento para él. Siempre fue muy claro y cuando llegó me dijo que no iba a contar conmigo. Me fui al Leganés y al volver me encontré a un equipo que no era ni sombra de lo que me encontré, con futbolistas hechos y derechos que sabían lo que hacían. Yo jugué 35 partidos al siguiente año y me enseñó mucho de fútbol.

¿Fue una sorpresa para usted la destitución de Camacho?

No (tajante). El equipo entró en una dinámica que ninguno deseábamos y cuando las cosas no marchan bien es necesario un cambio. Pienso además que Mendilibar, por el tipo entrenador que es, nos viene al pelo.

¿Le ha llamado Camacho para darles la enhorabuena por la salvación?

No y yo tampoco soy de los que guarda relación con los entrenadores.

¿Y al club?

No sé, pero creo que habla con alguien del club, porque su salida tampoco fue mala.

¿Es cierto que los jugadores, tras la derrota en Anoeta que supuso el cese de José Antonio Camacho, habían planteado a nivel interno la posibilidad de cambiar de sistema para los partidos como visitante a la vista de que el modelo de su entrenador llevaba más de un año de derrota en derrota?

Sí, pero como lo hemos hecho con otros entrenadores en situaciones en las que las cosas tampoco salían como queríamos. Hablamos entre nosotros, procurando decirnos las cosas que se estaban haciendo bien o mal. Da igual el entrenador que esté, son cosas que se hacen.

Quién les iba a decir que dos jugadores como Kike Sola, que apenas había tenido oportunidades, y Álvaro Cejudo, fichado de un equipo de Segunda, iban a resultar tan fundamentales al final.

La participación de los dos ha sido vital. Kike, con lo poco que ha jugado es increíble que haya anotado siete goles. Ni él se da cuenta de lo que ha hecho. Y Álvaro Cejudo nos ha hecho olvidar a un jugador tan importante en nuestro equipo como Juanfran, con el añadido de la dificultad que tiene para Osasuna acudir a buscar refuerzos al mercado de invierno. Nos ha dado un rendimiento increíble.

¿Con qué sensaciones se marcha de vacaciones?

Muy buenas, sobre todo por el recuerdo de esos últimos partidos.

¿Qué nota pondría al equipo?

Un siete.

¿Y a usted?

Como el equipo.

¿Le dice algo el hecho de haber acabado la temporada siendo el jugador que más minutos ha disputado.

Estoy contento, con la sensación de haber realizado un buen trabajo y físicamente bien.