Roversio llega a tiempo
Un cabezazo del central a tres minutos del final salva de la derrota a Osasuna en Zaragoza en un encuentro con juego muy discreto y escasa producción ofensiva FORO: ¿Cuántos puntos harán falta este año para ir a Europa?
PAMPLONA. En un partido con escaso fútbol, ausencia de ideas y pocas luces, Osasuna se llevó el único premio al que podía optar -nunca se tuvo el encuentro para ganar- y se metió en el bolsillo un punto excelente para ir completando con suficiencia el primer objetivo de la temporada, porque la permanencia está al caer. En Zaragoza, frente a un equipo que demostró que está el último porque no juega casi nada y que anda con un hilo de confianza, el conjunto de Mendilibar no tejió muchas jugadas y aún remató menos como para aspirar en algún momento a la victoria. La hoja de servicios de Osasuna en La Romareda se resume en un par de zarpazos en el primer tiempo y otro más en la reanudación; este, con el partido desnivelado, resultó vital para los rojillos. Osasuna no le dio aire al Zaragoza tras el gol firmado por Hélder Postiga y en la jugada siguiente, tras forzar un córner más por terror de la zaga local que por tenacidad de los osasunistas, Roversio capturó el empate al rematar de cabeza otra excelente acción a balón parado. El ímpetu sin ciencia del Zaragoza, más decidido en el segundo tiempo, fue borrado del mapa del partido por una reacción inapelable y suertuda de los rojillos. Osasuna deberá felicitarse por su buena estrella en ese trance crucial, porque la gestión del partido resultó más desarreglada que en tardes anteriores, con menos ritmo y constancia. De todo hay en una Liga.
Si el reparto de la fortuna sonrió por partes iguales a los dos equipos en un final de partido otra vez loco -Osasuna no debería consentir estas conclusiones sin dueño-, poco se debe objetar a un Mendilibar que con lo que queda sano de la plantilla intenta administrar lo mejor que sabe el juego de ataque de su equipo. Con un Raúl García menos brillante que en otras ediciones, el fútbol de los rojillos en el último tercio del campo fue el problema principal. Osasuna buscó animar sus opciones en esa zona, pero los relevos desde el banquillo -los canteranos Onwu y Annunziata fueron ayer los reclamados- no acabaron que dar un giro a la tuerca en el sitio donde más lo requería el partido.
Metidos en el ultimo tercio de la Liga, no hay partido instalado en la rutina. Los puntos han adquirido un peso mayor porque ya no hay tibieza y toca definirse, ir hacia un lado o hacia otro. El abismo de puntos entre Osasuna y Zaragoza, 20, ahondaba en esa cuestión de la definición entre un equipo molido en el campeonato y otro mucho más entero. Curiosamente, la conclusión del partido fue totalmente contraria a las señales que mandaban unos y otros y todo quedó en un empate, una puñalada para los de abajo, solo un empujoncito para los rojos de arriba.
No hubo el fragor de otros derbis fieros entre rojillos y zaragocistas y la primera parte se consumió con discreción, buenos modos, pocos truenos y nada de fútbol. Osasuna, más cómodo -menos atenazado por las obligaciones de la clasificación- puso más sentido al juego y el Zaragoza, las apariciones. El primer acto del encuentro se marchó para el descanso certificando que el partido quedaba muy abierto y sin dueño. A Osasuna le habían dado un par de sustos en otras tantas acciones -Postiga y Lafita siempre han sido tipos peligrosos-, mientras que los de Mendilibar también habían pulsado las dudas de los zaragocista en torno a su portería en jugadas de distinto porte. En una de ellas -la otra la firmó el batallador Damiá-, Roversio enseñó sus dotes en el balón parado con un remate que reivindicó al meta Roberto como uno de los mejores de su equipo.
Los indicios del encuentro señalaban que a Osasuna, que tenía seguridad en la defensa y criterio en el centro del campo, solo le hacía falta operar de alguna forma en su juego de ataque para darle una mayor intención a su juego. El Zaragoza, sin embargo, entró mucho mejor en el segundo tiempo y apretó a los rojillos hasta hacerles perder la pausa y confortabilidad con la que se habían desempeñado en la primera parte. El arreón de los aragoneses no duró mucho y su poderío para la reacción quedó constreñido a los quince minutos tras el retorno. Mendilibar oxigenó a su equipo con los cambios que le permite un banquillo limitado por las circunstancias y en los que los chavales están siendo reclamados para el protagonismo del juego con asiduidad reconfortante. Primero Manu Onwu y luego Annunziata, este con el encuentro mucho más avanzado, ponían la atención sobre un equipo que todo lo que metía en el campo era para mirar la portería contraria. No se temía por el resultado hasta estos minutos finales en los que Osasuna no acaba de acertar a echarle al lazo a lo que se mueve. A Postiga le salió un disparo cruzado que puso un borrón en otro expediente excelente de Andrés Fernández y Roversio, recobrado para la titularidad por las circunstancias del equipo, completó su tarde como rematador, dos minutos más tarde del gol local, subiendo el tanto de la igualada y llegando a tiempo de salvar a su equipo. El Osasuna de La Romareda no pasará como el mejor de la temporada, pero le valió para sumar en una tarde con menos chispa.