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El comodín más valioso

Oier sanjurjo, decisivo en la remontada ante el Valladolid, ha jugado en 7 posiciones distintas en los 23 partidos que lleva disputados en Liga

El comodín más valiosoM.SAIZ

APENAs llevaba cuatro minutos sobre el césped de Zorrilla, tras haber sustituido a Damiá en el descanso, cuando interceptó un balón dirigido hacia Ebert, el mejor jugador del rival, que en la primera parte canalizó todo el fútbol ofensivo del Valladolid. La pelota cortada por Oier Sanjurjo en la banda izquierda acabó en los pies de De las Cuevas, quien rodeado de rivales lanzó un tiro duro y raso que el portero local no pudo detener. El resto lo puso Kike Sola, con un certero cabezazo en el área pequeña que supuso el empate a uno en el marcador, preludio de la brillante remontada que llevaron a cabo los rojillos y que les permite mantener los puestos de descenso a una distancia más que prudencial (siete puntos a falta de nueve jornadas para el final).

Esa interceptación defensiva de Oier no tuvo reconocimiento. Rara vez una jugada de un defensa merece el aplauso de la grada -salvo que haya un corte milagroso por medio- pero los que están dentro del campo saben lo fundamental que resulta disponer de jugadores así en la plantilla. Lo resaltaba el lunes Kike Sola, recordando que sus goles son labor de todo el equipo, y citó como ejemplo el balón que poco después ganó el Gato Silva y que supuso el 1-2, pero perfectamente puede ser aplicada a la jugada que poco antes había protagonizado Oier.

La única diferencia es que para el canterano aquellos cuatro minutos sobre el campo eran los primeros que le tocaba disputar en el puesto de lateral izquierdo en toda la temporada, demostrando una vez más su enorme versatilidad, que le ha permitido jugar en siete posiciones distintas en los 23 partidos que lleva disputados en el campeonato liguero.

Para cualquier otro jugador la experiencia de cambiar tanto de ubicación podría resultar devastadora, pero para unos pocos futbolistas, entre los que se encuentra Oier, es su única forma de supervivencia. Él lo sabe perfectamente, consciente de que su falta de cualidades innatas para un puesto específico tiene que paliarla con una voluntad y predisposición inquebrantables para cumplir donde haga falta, donde le ponga su entrenador. Y Mendilibar, que al final casi siempre encuentra un lugar para meterle en el equipo, está sabiendo sacar provecho de esta característica tan poco habitual que posee Oier, aunque en ocasiones le haya colocado en posiciones poco naturales para el jugador de Lizarra.

El entrenador siempre le pide un poco más. Da igual que Oier nunca hubiera jugado tan adelantado como lo ha hecho en los últimos cuatro partidos antes de llegar a Zorrilla. Mendilibar le exige como si hubiera sido un media punta goleador toda su vida y el canterano, lejos de lamentarse o de quejarse por su situación, aprieta los dientes y va a la siguiente pelota convencido de que la va a meter entre los tres palos. Los hechos parecen demostrar que no es un goleador y que posiblemente no lo será nunca, pero trabaja para serlo y ahí reside su secreto.

1.734 minutos de campeonato

Versatilidad e intensidad

Tras no jugar ni un minuto en las tres primeras jornadas, disputó su primer partido contra el Mallorca como centrocampista, aunque los cinco encuentros posteriores los jugó como lateral derecho. No estuvo contra el Valladolid, ante el Espanyol en Cornellá entró por Cejudo en el puesto de interior derecho y frente al Málaga sustituyó a Timor como medio izquierdo.

Los dos siguientes partidos, ante Real Sociedad y Rayo, salió de titular como medio derecho formando pareja con Raoul Loé, para volver a ocupar el puesto de interior derecho en los dos partidos siguientes contra Valencia y Getafe. No jugó contra el Granada (como ante el Valladolid, el equipo perdió), pero volvió contra Sevilla y Real Madrid, en ambos ocupando la demarcación de medio izquierdo (en el primero con Puñal y el segundo con Lolo). Se perdió por acumulación de tarjetas la visita del Deportivo al Reyno y ante el Barcelona en el Camp Nou Mendilibar sorprendió a todos colocándole de media punta. Regresó al puesto de medio izquierdo ante el Celta, contra el Mallorca fue el medio centro junto a Lolo y Silva y en la visita a Pamplona del Zaragoza fue otra vez medio izquierdo junto a Lolo.

Por si no tenía bastante, los siguientes partidos fue el media punta de Osasuna destacando la aportación ofensiva que tuvo ante el Atlético de Madrid, con siete remates, el que más del equipo.

Mendilibar no colocó a Oier en el once titular ante el Valladolid, donde después de varios partidos el técnico cambió su sistema de tres medios centros, pero a la vista de cómo se desarrolló la primera parte decidió que saliera en la segunda. Casualidad o no, lo único cierto es que la entrada de Oier, como la de Patxi Puñal, cambió la historia del partido a pesar de que era la primera vez en la temporada que jugaba de lateral izquierdo, el puesto en el que precisamente debutó en Osasuna el 24 de septiembre de 2008 (entró para sustituir a Nacho Monreal).

En cualquier caso, no tiene que ser sencillo adaptarse a este rol y alguna vez ha comentado que en determinados partidos le ha costado amoldarse, pero a su favor tiene que este continuo cambio de posiciones que está viviendo ahora no le coge desprevenido. Ya en su época en el Promesas, Miguel Merino le calificó en 2008 como un jugador muy sacrificado, "que con su polivalencia ayuda en cualquier urgencia".

Y aquí sigue, dispuesto a ayudar donde sea. Siete posiciones distintas en 23 partidos y 1.734 minutos. Menos de central, la posición en la que destacó en Vigo, donde estuvo cedido la pasada campaña, y delantero, ha jugado de todo. Y siempre cumpliendo. Un comodín de oro.