pamplona - El pasado martes veíamos a Thomas Muller, megáfono en mano, celebrar el pase a semifinales del Bayern Múnich desde uno de los fondos del estadio. En el césped, sus compañeros seguían sus cánticos en un gesto de unión total con la grada. Qué envidia.
Ayer en el Sadar pudimos disfrutar de una imagen muy similar una vez terminado el encuentro.
Después de marcharse al vestuario, los jugadores rojillos volvieron a salir al terreno de juego para agradecer el apoyo recibido durante toda el partido, en especial al fondo sur del estadio que llevó la voz cantante a lo largo del mismo.
La euforia por la victoria, la rabia acumulada durante semanas y la sensación de haber conseguido dar una alegría a la hinchada local de nuevo invadió a los jugadores, que se acercaron al fondo, con las pocas prendas que todavía no habían regalado.
Roberto Torres y Jose García se animaron a tomar un megáfono y festejar un triunfo que era necesario desde hace semanas tanto para ellos como para los seguidores.
Jugadores y aficionados, acompasados, conocedores de cuanto se necesitan los unos a otros repasaron el repertorio de temas que se escuchan por el Sadar los fines de semana de partido y nos hicieron sentir un poco menos de envidia que a principios de semana.
Una celebración al más puro estilo alemán, pero con un toque rojillo de rabia, de alivio por la victoria y de euforia contenida por el difícil camino que espera a Osasuna de aquí a final de temporada.