pamplona - Dirigido por Javier Aguirre, no pudo devolverles el apoyo con una victoria; Osasuna se quedó sin el título (1-2 fue el resultado final). “A día de hoy te das cuenta de que aquello parecía algo ficticio’’, dice Aritz Oscoz, que con 9 años se desplazó a Madrid para ver la final.

Con él también estuvieron en Madrid, entre otros, sus amigos de Noáin Eduardo Monreal, Roberto Monreal y Julen Hualde, actual jugador de Osasuna Promesas. Ninguno superaba en aquella época los 13 años y recuerdan con nostalgia el partido y todo lo que le envolvía. Para todos ellos lo peor, sin duda, fue el resultado, mientras que Roberto Monreal se alegra de poder contar que, con 9 años, tuvo la experiencia de vivir una final con el equipo por el que siente auténtica pasión desde niño.

Hualde, que por aquella época tenía 10 años y ya formaba parte de las categorías inferiores de Osasuna, concretamente en alevines, se acuerda muy bien del ambiente que vivieron: “Con la afición del Betis nos intercambiamos bufandas y pulseras especiales de la final. Me lo pasé muy bien en la fan zone y me chocó ver que la gente nos aplaudía por estar allí’. Oscoz añade que, pese a que el Betis ganó, no hubo reproches ni malas caras entre ambas aficiones.

A una edad tan temprana, los nervios no tardaron en aparecer. “Estuve todo el partido con nervios y con el empate de Aloisi nos vinimos arriba, fue como una explosión’’, explica Oscoz. “Con el 1-1, un desconocido me cogió y me subió a hombros’’, recuerda Roberto Monreal. Su hermano Eduardo era el mayor de todos, con 13 años, pero del primer gol del Betis no sabría decir nada, aunque sí que lloró mucho tras el segundo de Dani en el minuto 115 de la prórroga, que a la postre supondría el tanto de la victoria rival. Hualde tampoco pudo contenerse con el 2-1 final. “Lo peor fue ver al Betis levantar la Copa”, señala, con el recuerdo todavía fresco del mal trago que pasó el domingo en Sabadell.

Diez años después la situación del club ha cambiado demasiado. “Al final mi padre tenía razón cuando me decía que disfrutara de la mejor época de Osasuna’’, comenta Oscoz. Roberto Monreal se lamenta del “despilfarro cuando los cosas funcionan bien’’ y su hermano Eduardo, de la mala gestión del club y las denuncias de amaños que han salido a la luz. Sobre la temporada actual y el futuro, coinciden en que hay que fijarse en la cantera y volver a recuperar los valores de garra, lucha y esfuerzo. “Está claro que hay que tirar de cantera. Los que estamos abajo tenemos capacidades para ayudar’’, aporta Hualde, que está disputando la fase de ascenso a 2ªB con el Promesas. “La temporada ha sido muy mala y lo primero que hay que hacer es recuperar el compromiso de los jugadores, es algo esencial”, afirma Roberto. Todos son socios y acompañan al equipo en todos los desplazamientos que pueden.

Pablo Domingo, con 20 años entonces, también estuvo en el Calderón. “Solo el hecho de celebrar ese gol -el de Aloisi- mereció la pena todo a pesar de la derrota. No lo olvidaré nunca’’, argumenta. Domingo recuerda “temblar’’ cada vez que el Betis pasaba de medio campo, y la situación de rabia al ver que los béticos se llevaban la Copa. “Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y el hecho de estar tanto años en Primera, viviendo cosas como la final, nos ha hecho a todos restarle importancia al hecho que tiene estar en Primera, solo hay que ver lo que daríamos ahora por volver’’, explica sobre el cambio de la entidad en estos años.

Mikel Benítez tiene 36 años y lleva 20 como socio. También vivió en directo la final. “La primera imagen que me viene a la cabeza es la grada llena de rojillos. Fue impresionante y aún se me ponen los pelos de punta’’, dice. Y en cuanto a la situación actual. es crítico con el club: “Los valores se han perdido y con ello el rumbo del club. La filosofía la conocemos todos, lo que no puede ser es traer a gente de fuera que no aporte más que la gente de casa. Eso es un error mayúsculo’’.

Lo mismo piensa Juan Lanz, que tenía 36 años cuando se desplazó a Madrid para ver la final desde El Calderón. “Diez años después se ha demostrado que aquel cambio de filosofía de aspirar a más a costa de deudas no fue bueno’’, explica. Lanz, a pesar de la derrota, guarda un gran recuerdo de la final: “Se notaba que estábamos ante algo histórico. Mi sensación al salir del partido fue tristeza y, a la vez, de orgullo porque habíamos dado la talla’’.

Osasuna ha sido un club de los denominados modestos. Y si por algo se caracterizan estas entidades con poco presupuesto, es por el valor que aporta la afición. Los seguidores rojillos saben la importancia que tienen para sacar adelante al equipo. Hace 10 años ya demostraron su valía, el domingo pasado en Sabadell, en una situación diferente, volvieron a hacerse notar más que nunca; y en el futuro, estos aficionados que tanto se alegraron y sufrieron en la final de Copa, seguirán apoyando a Osasuna allá donde esté, porque en la grada es donde realmente reside el sentimiento rojillo.