Pamplona - Urko Vera se ha convertido en apenas tres meses en un referente de Osasuna, club al que llegó en el mercado invernal con un objetivo: devolver al club navarro a Primera. Sin embargo, el delantero bilbaíno asegura que el reto es mayúsculo y, a pesar de que hay mimbres para lograrlo, pide cautela.

Tras el empate con el Tenerife, Martín dijo el sábado que Osasuna ya había conseguido la permanencia. ¿Está de acuerdo?

-Matemáticamente no está, pero sí que es cierto que ese primer objetivo que teníamos está más o menos conseguido. Es algo que hay que valorar comparando la actual situación con cómo estaba el club hace un año y, de ahora en adelante, vamos a ver hasta dónde puede llegar el equipo.

¿Se puede hablar ya de ascenso o play off?

-Es una presión innecesaria, pero está claro que hay un grupo muy bueno en el vestuario y con mucha hambre, tanto los jóvenes como los que somos un poco más veteranos. Y es que, en mi caso, soy un jugador que el día que deje de tener hambre me marcho a mi casa. La cuestión es que está todo muy igualado en la clasificación y, al final, el gato al agua se lo va a llevar el que más vivo esté. Lo que hay que hacer es lo que dice el míster: ser superintensos, no pensar y de ahí en adelante que venga lo que tenga que venir.

La igualdad es tan extrema que pasaron del sabor agridulce de empatar en casa con el Tenerife a valorar un punto que les hizo escalar un puesto.

-Parece que no, pero el lunes miras la clasificación y dices: “El míster tiene razón”. Muchas veces nos dice que, cuando no se puede ganar, en casa hay que empatar aunque sea contra el último. Parece una tontería, pero con el punto del sábado seguimos ahí arriba. Por ejemplo, el Llagostera le hace cuatro al Alcorcón, mientras que nosotros le metimos tres al Llagostera, pero el Alcorcón le ganó al Tenerife, contra el que nosotros solo pudimos empatar. Está todo tan apretado que, si te relajas una décima de segundo, te come cualquiera.

Pocas cuentas se pueden hacer así.

-Hacerlas es erróneo. En mi ascenso con el Eibar no se habló de nada de esto en el vestuario en todo el año. Lo que hacíamos era planificar la mejor manera de jugar el fin de semana y tirar, tirar y tirar. Cuando ya quedan cinco partidos, igual sí que echas un vistazo para ver si con un empate te vale, pero es que este año han pasado un montón de equipos por el liderato. Sin embargo, la jornada que vale es la 42. Tenemos que estar tranquilos y no pensar más allá de hacer las cosas bien en Girona.

Pese a que usted es delantero, ¿considera fundamental mantener la portería a cero?

-Hasta tal punto que me atrevería a decir que casi todos los años, por no decir todos, el equipo cuyo portero gana el Zamora sube. El año que ascendí con el Eibar lo ganó nuestro portero, Xabi Irureta; y el año pasado se lo llevó Pichu Cuéllar y subió el Sporting. Es básico dejar la portería a cero porque, si metes un gol, ganas; y si no, sumas. Es más fiable jugártela a no encajar que a un 4-3.

El domingo visitan al Girona, el primer equipo que ganó esta temporada en El Sadar y que se encuentra a solo tres puntos de Osasuna.

-Es un rival duro en el que tengo amigos. Tienen un entrenador (Pablo Machín) que hace muy bien las cosas y es un equipo que el año pasado se quedó a las puertas de ascender y hay muchos jugadores que siguen. Pero nosotros también tenemos lo nuestro. ¿Por qué no ganar allí?

Dicen algunos aficionados que, por su igualdad, la Segunda División resulta más atractiva que la Primera. ¿Está de acuerdo?

-Por emoción, tal vez, pero yo he tenido la suerte de jugar cinco partidos en Primera y me quedó con la máxima categoría. Es otra pasta. No voy a nombrar ningún campo de Segunda por respeto, pero ninguno se puede comparar con el Camp Nou, el Bernabéu, San Mamés, el Calderón, Mestalla o El Molinón.

¿Y El Sadar?

-Por supuesto que es otro campo de Primera. De hecho, mucho mejor que muchos de los que hay ahora. Y además tiene una afición de la hostia.

Volvamos a lo deportivo. Tardó siete partidos en estrenarse como goleador con Osasuna. ¿Llegó a preocuparse?

-Un poco sí, pero al final sabía que iba a acabar entrando. Aunque acepto las críticas, la gente tiene que comprender que todo el mundo necesita un proceso de adaptación. Tuve alguna ocasión para estrenarme antes y quizá las ganas de marcar me pudieron un poco, pero sobre todo por tener contenta a la gente. Así soy yo, en la vida y en el fútbol. Qué más hubiera querido que, en el primer partido que fui titular, contra el Almería, haber ganado 2-0 y meter los dos. Pero no sale todo como uno quiere. La temporada pasada hice muchos goles con el Mirandés, pero darle continuidad a lo del año pasado en un club tan grande como Osasuna es complicado. Esas ganas de ayudar y de devolver al míster, a los compañeros y a la afición todo lo que me están dando tal vez me hayan jugado una mala pasado. Pero eso se acabó con el gol contra el Alavés. Se vio en mi celebración. Dije: “Buah, ya está”.

¿Cree que está respondiendo a esa confianza que Osasuna y su entorno han depositado en usted?

-Ellos me dan más de lo que yo estoy dando, pero es que soy muy exigente conmigo mismo. Para mí, el trabajo es innegociable y mi seña de identidad. Siempre quiero partirme la cara por mi equipo, chocando, presionando. Estoy convencido de que, cuantas más veces haga bien estas cosas, tendré más oportunidades de marcar.

Osasuna viene de eludir el descenso a Segunda B en la última jornada y tiene muchos frentes abiertos en los tribunales. ¿Sería un fracaso no ascender a final de temporada?

-Fracaso tampoco. En el club han pasado una serie de cosas y se está rearmando. En lo personal, el objetivo que me puse el día que firmé aquí es jugar en Primera con Osasuna, por supuesto. Es lo que quiero y para lo que he venido. Este es un club de Primera y el que diga lo contrario miente. No lo digo por hacer la pelota al club ni a nadie. Con todo el respeto para los demás, no puedes compararlo con el Mirandés, mi anterior equipo, ni con el Llagostera ni el Alcorcón ni con el 95% de los clubes de Segunda. No lo digo yo, ahí están los datos. Al final, mi objetivo y el de mis compañeros es ese. Si nosotros ponemos el 100% de lo que tenemos y no subimos, no será un fracaso porque lo habremos dado todo. Y es que hay veces que influye la suerte, el acierto... El fútbol es muy caprichoso: muchas veces planeas que puedes ganar fácil al que va el último y no lo consigues, pero luego vas al campo del Córdoba y marcas el gol de la victoria en el último minuto. Que venga lo que tenga que venir. Lo que no quiero es irme a casa pensando que podía haber hecho más. Hay equipo para hacer cosas buenas, pero no hay que pensar más allá del partido contra el Girona.

¿Son conscientes en el vestuario de que el ascenso resolvería parte de los graves problemas de Osasuna?

-Por supuesto. Todos sabemos que sería un pulmón para el club y ser partícipes de ayudar al club sería muy grande. Me sentiría muy orgulloso de poder decir que he ayudado a sanear y a levantar la cabeza de este club. Sería un paso muy importante en lo económico y para el aficionado, que también lo merece.

¿Cómo recibió el vestuario la noticia de que Osasuna no iba a ser imputado?

-No me gusta hablar mucho de esto porque no sé qué ha pasado, pero, en una presunta compra de partidos o en el caso de que una persona se haya llevado dinero, el escudo no tiene la culpa, el escudo no compra un partido. Son cosas de personas. El que hace el mal sabe lo que conlleva si le pillan. Pienso que castigar al club no es lo justo. El escudo no es el que ha hecho trampas. Creo que hay que buscar a la gente que haya hecho las cosas y que ellos tengan el castigo que conlleve esa acción.

Quedan once partidos para que concluya la temporada. ¿Les va tocar tirar del carro a los veteranos?

-En el equipo hay una buena mezcla de veteranos que hemos tenido la suerte de vivir ascensos y de jóvenes que para su edad son maduros y que Martín les ha sabido guiar porque es un entrenador que sabe transmitir lo que quiere. Somos una familia y todos tendremos que tirar del carro.

Mikel Merino es uno de esos jóvenes, pero Osasuna no ha podido ganar ninguno de los cinco partidos que se ha perdido. ¿Tan importante es su concurso?

-Hay chavales muy buenos en el equipo y Mikel es uno de ellos. Por algo le ha fichado el Borussia de Dortmund. Creo que ese dato es un poco casualidad. Es cierto que nos hace mucho bien en el campo, pero un equipo es cosa de veintitantos jugadores, no solo de once, ni de uno. Un solo jugador no gana partidos ni logra ascensos.

Nombre. Urko Vera Mateos.

Edad. 28 años (14/5/1987).

Lugar de nacimiento. Bilbao.

Familia. Su padre, Fernando, falleció cuando él tenía 10 años y su madre se llama Soraya. Tiene dos hermanos menores: Markel, de 25 años, y Haizea, de 24. Su novia, Marta, una bilbaína con la que mantiene una relación desde hace casi ocho años, estudió en Pamplona, por lo que Urko Vera conoce muy bien su nueva ciudad desde hace tiempo.

Formación. Tiene el Graduado Escolar y le gustaría sacarse los títulos de entrenador para seguir vinculado al fútbol cuando ponga fin a su carrera profesional.

Tres tatuajes. Un Buda en el brazo izquierdo, otro de la Polinesia en el derecho (un símbolo de familia, buena suerte y fortaleza) y un tribal en la espalda.

Sus mejores registros. Marcó 22 goles con el Hércules en Segunda (2011/12) y 17 con el Mirandés el curso pasado.

2006/07Santutxu (Tercera)

2007/08Laudio (Tercera)

2008/09Portugalete (Tercera)

2009/10Eibar B (Tercera)

2010Lemona (Segunda B)

2011Bilbao Athletic (Segunda B)

2011Athletic (Primera)

2011/12Hércules (Segunda)

2012/13Ponferradina (Segunda)

2012/13Alcorcón (Segunda)

2013/14Eibar (Segunda)

2014/15Mirandés (Segunda)

2015Jeonbuk Hyundai Motors (Corea)

2016Osasuna (Segunda)