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Sentido y sensibilidad

Sentido y sensibilidadFoto: Javier Bergasa/Mikel Saiz

Este fútbol de plazos cortos y sometido al imperio del capital entiende cada vez menos de sentimientos. El negocio es el negocio y es bueno todo lo que ayuda a cuadrar cuentas, sanear balances y complacer a los agentes que intervienen en el entramado. Claro que para que la maquinaria funcione y rinda réditos hay que ganar, rentabilizar y revalorizar el producto en forma de jugadores y equipo. Hasta cierto punto es lógico porque hablamos de fútbol profesional y con eso está todo dicho. El mismo delantero que hace unos meses festejaba los goles del Almería con su hinchada, ayer les provocó un pequeño disgusto; no celebró el gol Quique, pidió disculpas con su gesto, pero su alegría contenida era el motivo de regocijo del osasunismo. Nada que criticar, cobra para hacer goles, no por celebrarlos. Y además es muy bueno y le va a dar mucho a Osasuna, no solo como rematador sino también entregando asistencias de gol. Es un especialista sobradamente cualificado para la categoría. Por eso lo fichó Osasuna -junto a otros once- cuando sus rectores decidieron dar cuerpo a un equipo cuajado y con experiencia y renegaron de los principios del fútbol de cantera. Estamos pues, como se vio ayer, ante un modelo en el que priman los resultados por encima de todo, y los resultados se van encarrilando junto a una correcta organización del grupo. Un equipo con mucho sentido pero con escasa sensibilidad.

El entrenador ya ha tomado las riendas del proyecto; ayer huyó de la comodidad de repetir equipo asistido por el buen desempeño en Vallecas y metió cambios en dos zonas sensibles: el doble pivote y la delantera. Faltan ajustes, porque el juego se inclina con más profundidad por el lado izquierdo, pero Diego Martínez acierta cuando improvisa sobre la marcha. Ayer, tras el cambio de De las Cuevas por un desapercibido Mateo, movió las líneas, colocó a Oier en banda izquierda, estiró el campo para Clerc, apretó un poco más en ataque y sus chicos le dieron la vuelta al partido. Con un poco de suerte (por el fallo del guardameta René), pero persiguiendo con tenacidad el objetivo y remontando por primera vez en esta Liga. A Diego Martínez sentido no le falta.

Otra cosas es la sensibilidad. A seis minutos para el final, en un cambio para perder tiempo y de escasa incidencia estratégica (Arzura, que salió por Xisco, tomó posiciones en banda izquierda) el entrenador dejó escapar la oportunidad de hacer debutar ante su gente a Miguel Díaz. Era un gesto que muchos esperábamos, que no alteraba el orden de Osasuna ni abría vías a un Almería con poco poder de reacción. Pero no, Osasuna terminó el partido con solo un canterano en el campo. Y comprobado el rumbo que está tomando Osasuna en este contexto futbolístico, me permito traer a colación una reflexión de Benjamín Adoáin, ahora que el club rinde tributo a la memoria de sus fundadores: “Nuestra norma debe ser la de formar nosotros mismos a los jugadores, prestando cada vez más atención a nuestro vivero y cultivando especialmente a los mejores a fin de que una vez pulidos, podamos incorporarlos a nuestros cuadros antes de que los sabuesos de por ahí fuera nos los arrebaten. El jugador de casa, además de resultar mucho más barato, pone, sobre el estímulo de las primas, un amor por su club que no pueden sentir los extraños, salvo contadas excepciones”. Nada que añadir.