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¿Leones o huevones...?

¿Leones o huevones...?

Vamos a ver, en esta competición de Segunda división ¿qué es Osasuna? ¿Equipo candidato al ascenso?, ¿aspirante con aspiraciones?, ¿rival a batir por los otros 21?, ¿el tapado que nadie detecta y muchos desprecian?, ¿un comparsa sin objetivos?, ¿un pretendiente a la permanencia sin pasar apuros?, ¿un fugitivo de la zona de descenso?, ¿gallito en gallinero sin gallinas?, ¿un proyecto indeterminado? Llama la atención la celeridad con la que Braulio Vázquez pidió comparecer en público para aclarar un titular de prensa que no le gustó. “Por plantilla, estamos entre los candidatos al ascenso”, era el resumen de la entrevista que el director deportivo concedió a Diario de Navarra. No es nada habitual el traslado a la escena pública de lo que cotidianamente suele aclararse (si hay una mala interpretación por medio) en privado entre periodista y entrevistado, quedando siempre el recurso de la nota de rectificación o de aclaración para el día siguiente. Esa agitación que el titular provocó en Braulio o en alguno de los despachos del club expone el pánico que genera entre dirigentes, ejecutivos, cuerpo técnico y jugadores cualquier tipo de análisis o de comentarios que sitúen a Osasuna como uno de los equipos de referencia de la categoría y al que hay que tomar en cuenta. La de Braulio es la vieja terapia de poner la venda antes de la herida, de mirar para otro lado para no mirar de frente, de intentar quitarse de en medio. No vaya a ser que ocurra como en la pasada temporada, que ni siquiera el equipo roce el objetivo del ascenso vía promoción y haya que apechugar e intentar justificar el fracaso. Y más vale que estaba ahí el entrenador (Diego Martínez) para cargarle el muerto y la factura del estropicio. También vale en estos casos la artimaña de propalar que “no hay nada (futbolistas) en Tajonar” y así disminuye el coeficiente de responsabilidad individual de Sabalza, Canal y Braulio. Decir (no digo argumentar, que sería prolijo) que Osasuna no es uno de los candidatos al ascenso es como negarle esa condición al Zaragoza, Sporting, Cádiz, Oviedo o Granada, por poner solo unos ejemplos de equipos que no acaban de caer directos de Primera división. Porque en Segunda, si no eres candidato al ascenso, ¿qué eres? Pues solo caben dos opciones: aspirante a la permanencia o a luchar hasta la última jornada por no descender, que es igual pero no es lo mismo. Evidentemente, Braulio y quienes amparan su discurso si rechazan su propia condición de candidato es que pasan al plan dos: no bajar de categoría. El mensaje, sin embargo, es difícil de sostener a la luz de los refuerzos adquiridos por Osasuna o escuchando afirmar a Braulio que “tenemos mejor plantilla que el año pasado”. Entiendo la presión que supone el verse señalado desde el primer partido de Liga, de apechugar con unas expectativas exigentes, de cargar con el peso de la púrpura, pero tiene más de cobardía que de realismo el querer borrarse de la lista, el pretender situarse en la apacible tierra de nadie “no vaya a ser que luego todo sean críticas y pidan nuestras cabezas”. Además, es ridículo mandar ese aviso a la afición cuando de puertas adentro el objetivo que se baraja es subir. Otra cosa es que cada individuo del osasunismo vea más o menos posibilidades, los haya que vendan su alma y su carnet por el ascenso y quienes prefieran mantener la calma, hacer equipo y dar espacio y tiempo a la cantera. Pero con el presupuesto, situación económica de la entidad, número de socios, asistencia al estadio, masa crítica, historia, trayectoria deportiva del club..., Osasuna solo puede lucir hoy un cartel: candidato a pelear por el ascenso. Luego, la solvencia de unos (los que juegan) y de otros (los que toman las decisiones) habrá que resolverla en el campo. Y al final, aplaudir por el éxito o pedir cuentas por el fracaso. Porque, como dicen los personajes de la serie de televisión La que se avecina, “¿qué somos: leones (como el del escudo del club) o huevones...?”.