Cruzada la frontera del primer cuarto de liga, Osasuna sigue siendo un equipo en obras por reforma. Creo recordar que cuando Jagoba Arrasate hizo la primera manifestación de intenciones, hablaba de plazos largos y ponía a enfriar las urgencias. Quizá el entrenador aún no lo sabía o era un discurso pactado, pero los planes de la dirección del club siguen siendo todo lo contrario: consecución de objetivos inmediatos. Entiéndase: ascenso o ascenso. Hay mucho en juego, Bien, esa primera premisa es después de once partidos un objetivo remoto; Osasuna está a nueve puntos del ascenso directo y a cuatro de una zona de promoción que a día de hoy tiene al menos otros doce pretendientes declarados a tenor de su puntuación. Es cierto que con tanto calendario por delante el equipo puede seguir aspirando al premio gordo y a la pedrea, pero será con un fútbol más ahormado, de equilibrio entre las líneas, donde hacer un gol no resulte una epopeya y recibirlo en contra un regalo de cortesía con el rival, como ha sucedido en los dos últimos encuentros lejos de Pamplona. Mientras Osasuna no sea capaz de plasmar en puntos ese mando táctico y práctico que impone durante la mayor parte de los minutos, siempre tendrá detrás la otra sombra: la de un descenso del que solo le separan dos puntos. A ver si de tanto mirar hacia lo alto no vemos donde ponemos los pies y cual es el suelo que nos protege.

En formación.- Porque once partidos después, este Osasuna está en fase de formación y de definición. Es todo menos un bloque consolidado ya que es raro el partido en el que el entrenador no introduce alguna novedad en jugadores o sistema. Sin embargo, o como consecuencia de lo anterior, ayer, con ventaja de 0-1 y dominio de la escena, permite una transición a falta de un cuarto de hora que le supone un gol en el segundo (y último) disparo del Rayo entre los tres palos. Aridane no llega al corte y Rubén Martínez no tapa el tiro cruzado. Tampoco es una casualidad que estos dos jugadores se vean implicados en una acción que cuesta puntos a Osasuna y ambos engordan ese capítulo todavía no resuelto de dudas y de polémicas. David García comenzó la temporada como central y su expulsión ante el Elche llevó implícita su expulsión de la titularidad. El guardameta Juan Pérez pasó a la suplencia sin motivo aparente en su contra, sin que tampoco haya motivos a su favor que justifiquen la titularidad de Rubén. Lo que pasa en Osasuna con los porteros de la cantera (casi todos internacionales y luego unos desechados y otros en huida por falta de futuro en el club) habla de cómo esas urgencias perniciosas dinamitan el trabajo con la cantera.

Debilidades.- Pasado este primer tramo, Osasuna asoma como un equipo débil como visitante, proclive al error suicida, con poco gol para las ocasiones que genera, sin un delantero de referencia (sintomático que Xisco entre en juego en el minuto 89), sin un portero que gane puntos, con un entrenador que no termina de dar con la tecla, que no sabemos si es candidato al ascenso, pretendiente de la permanencia o carnaza para los que quieren escapar del descenso. En resumen, no está claro si el equipo necesita también una reforma parcial o integral. De momento, sigue en obras.