La historia ocurrida ayer en Soria es la misma que ocurrió la temporada pasada, pero al revés. Osasuna cosechó el premio a su creencia, a su fe y a su valentía en forma de un gol en la última jugada del encuentro. Vamos, lo que pasó la temporada pasada pero al revés. Entonces el equipo rojillo, acostumbrado a encularse en cuanto se ponía por delante, perdió una victoria que a la postre fue fundamental para no clasificarse para los puestos de promoción.

Pero ese era otro Osasuna. El de ahora es capaz de perseguir lo que busca hasta el final. El equipo de Jagoba Arrasate rozó la excelencia en la primera parte. Solamente la falta de puntería, el acierto del guardameta local y un balón parado mal defendido impidió que Osasuna se marcharse al vestuario con el partido muy encarrilado.

Pero en vez de eso, se fue por debajo gracias a un gol de Diamanka, el mejor local. Algo difícil de entender si se tira de lógica, pero así es el fútbol, y más la Segunda división.

La segunda parte del encuentro transcurrió por derroteros muy diferentes. Osasuna no le encontró las cosquillas a un Numancia que supo gestionar muy bien la ventaja con balón.

Arrasate probó con los tres cambios, pero ninguno de ellos consiguió cambiar un signo de partido que parecía cada vez más decantarse hacia el lado local con el paso de los minutos.

Osasuna no gozó en los segundos 45 minutos de ocasiones para conseguir empatar. El Numancia tampoco es que intentara excesivamente el 2-0 y así dejó vivo al equipo de Arrasate.

Grave error. Para ganar a este equipo hay que hacerlo varias veces. Que se lo pregunten al Extremadura o al Málaga, por ejemplo. Este equipo siempre cree.

Y en la última jugada, cuando había gente que se marchaba ya del campo (del Numancia, los 2.000 rojillos no se movían de su butaca, ellos también creen), Xisco peinó un balón, Villar la dejó atrás y apareció Roberto Torres. El de Arre no es otro, es el de siempre, pero su trabajo oscuro para recuperarse de sus problemas le ha permitido alcanzar su mejor nivel de nuevo. Y, pese a que llevaba dos malos golpeos seguidos, la puso con el alma de toda la afición. Al palo contrario, imparable. El delirio. Osasuna sigue arriba en la clasificación y quién sabe lo que puede ocurrir. Por creer no será.