pamplona - “Lo que hay que recordar de Javier era la pasión que tenía por Osasuna, cómo lo vivía y siempre lo transmitió tanto como presidente como aficionado”. Así ilustra César Palacios, capitán de Osasuna en el ascenso conseguido en el año 2000, la figura de su entonces presidente, Javier Miranda.

“Sentía pasión por el rojo y eso es el mayor valor que siempre ha transmitido y que nos deja”, recuerda el hoy director deportivo del Numancia, que fue futbolista de Osasuna durante toda la etapa del recién fallecido mandatario al frente del club.

Es por ello que el exjugador rojillo da mucho valor a la valentía que tuvo aquella directiva rojilla que ganó los comicios de 1998. “Era un momento delicado a todos los niveles. Después del descenso hubo muchos sobresaltos, fueron unos años complicados y él quiso aún y todo ponerse al frente. Demostró mucho mérito junto con los que se embarcaron en esa aventura.”, destaca.

Sin embargo, esa etapa negra en la historia del club quedó atrás con un ascenso que llevó a Osasuna de nuevo a Primera, categoría en la que permanecería durante los siguientes cinco lustros. La victoria frente al Recreativo por 2-1 en el Sadar aquel 4 de junio del 2000 llevaba la alegría a todos los puntos de la geografía navarra, y también al palco. “Lo disfrutó mucho. Tenía un corazón grande a la hora de transmitir sus sentimientos”, atestigua.

Otro de los presentes en esa ansiada promoción fue Miroslaw Trzeciak, autor del primer gol aquel día. “Fue un ascenso recordado porque luego ha sido un sueño que ha durado quince años. La celebración fue muy emotiva y muy feliz, estuvimos como una familia celebrándolo con los aficionados y a él se le veía muy feliz porque disfrutaba los triunfos muchísimo, no contenía la alegría”, evoca el exfutbolista polaco, quien fue uno de los fichajes que acometió Miranda en su primera ventana de traspasos.

Por su enérgica actitud en tribuna, donde poco le importaba celebrar los goles como un aficionado más, los jugadores le llegaron a apodar “el forofo”, como desvela el exdelantero.

En aquel inicio de siglo Miguel Ángel Lotina fue el entrenador de Osasuna, sustituyendo a un Enrique Martín Monreal en el cual Miranda no confiaba para el banquillo, pero sí para la secretaría técnica. “Me quería allí, pero yo quería entrenar”, confiesa el actual entrenador del Nàstic de Tarragona.

“Era todo corazón, todo le salía desde dentro. Además era muy natural, decía lo que tenía que decir”, afirma el de Campanas, quien respetó su decisión al cambiar de técnico y acordó con él las condiciones para finalizar la relación contractual con Osasuna, club al que debería haber estado unido una temporada más.

Aquella solución se tomó con el consentimiento de una Junta Directiva de la que Roberto Protomártir fue vicepresidente.

“Era un tío visceral, pero muy buen tío. Enérgico, trabajador, único en su mundo. Había que respetarle su manera de hacer, pero si hacía una cosa mal la volvía a repetir cien veces bien”, ratifica.

La forma de ser de Miranda, reflejada en el cuatrienio en el que fue presidente, también le valió alguna anécdota. “Era un tío austero. Estuvimos en Buenos Aires con (Jesus Mari) Zamora, de la Real, que se nos intentó subir a la chepa. Javier le decía: Tú por tu lado y que pague la Real...”, relata Protomártir, quien bromea que “no soltaba un duro”. Aun así seguía siendo querido. “Era único y genial. Salía de todas airoso”, garantiza.

Otra de las manos derechas del expresidente fue el miembro de la Junta Económica Alfonso Condón, quien asesoró a aquella directiva con los presupuestos. “Era un hombre muy digno, muy osasunista, muy trabajador y que tuvo la osadía de desafiar a todos para sacar adelante a Osasuna”, avala. Él, como los demás, vio como el hincha se convertía en líder.