pamplona - Osasuna mira por el retrovisor y, sin perder la vista del horizonte, contempla cómo sus perseguidores se distancian, se van quedando por el camino y le conceden más puntos de distancia. En uno de los encuentros en casa más espesos de la temporada, indudablemente, el menos brillante de los tiempos, el equipo de Arrasate demostró calidad y temple para ganar a un rival inofensivo pero indigesto. Con otra marcha en la clasificación y otro ritmo y ánimo en el cuerpo, el partido ante el Extremadura no hubiese tenido el final feliz con victoria, pero los rojillos vienen certificando a cada jornada que la solvencia se expresa de distintas maneras. Ayer se requería trámite y gestión fría de la situación, la delicadeza queda para otras tardes.

A Osasuna le bastó la habilidad de Rober Ibáñez en una jugada puntual para desnivelar el marcador de forma decisiva y meterse tres puntos de oro en el bolsillo. Los resbalones de los rivales directos le dan un valor superior al botín ante el conjunto extremeño, que fue un contrincante con actitud mucho mejor que la que refleja su poco tranquilizadora situación en la clasificación, pero con una pegada ínfima con la que es imposible obtener muchos beneficios.

En una categoría a cada jornada cargada de trampas -por los rivales, por las necesidades, por el fútbol físico que se impone- triunfos en encuentros como el de ayer tienen un valor inusitado, porque los rojillos son líderes con cinco puntos de margen sobre el segundo y seis con el tercero. Osasuna tenía ganar al Extremadura, cumplió el plan y se acerca más al objetivo del ascenso. No queda mucho más como reflexión final del partido de ayer, en el que sin embargo sí se subió un peldaño más en la racha fantástica en El Sadar, en la recuperación definitiva del estadio pamplonés como escenario difícil, poco amigo.

La incipiente fuga de Osasuna en la cabeza de la tabla se produjo por la ayuda de otros marcadores y por la victoria en un partido gris. Una tarde soportable también porque todo el mundo sabe que se están restando hojas al calendario del ascenso y hay que hacer sumas.

En un partido discreto, con más imprecisiones que juego, con numerosas pérdidas y fútbol embarullado se iba liquidando el primer tiempo hasta que se produjo el gol de Rober Ibáñez. El extremo valenciano se había erigido en uno de los hombres más activos y no podía ocultar sus deseos de participar en el ataque como fuera. El gol del atacante se produjo en uno de esos típicos fogonazos de calidad de Osasuna. Torres encontró un hueco en el carril izquierdo para darle aire a Clerc que, tras avanzar por él, puso la pelota en el ansioso pie Ibáñez, que danzando entre los defensas acertó a marcar tras mejorar su posición de remate el toque mínimo de uno de los zagueros. El equipo de Arrasate cambió la marcha del partido en ese tramo hasta el descanso y, jugando a mayor velocidad, acabó por aplanar al Extremadura. No hubo ocasiones claras, pero sí un asedio ya constante, como lluvia fina, que representó a un Osasuna dominador ante un contrincante desbordado.

El encuentro no resultó sencillo pese a la diferencia en el marcador, que debía consolidar al líder para lucir musculatura frente a un rival del furgón de cola. Aunque Osasuna regresó de los vestuarios con bríos renovados y se fabricó unas cuantas oportunidades sin premio -las firmadas por el activo Rober Ibáñez, Fran Mérida y David García, las dos últimas detenidas por el meta Casto-, fue el Extremadura el que dio su único aviso de peligro en un disparo al travesaño.

El partido viró entonces hacia el lado emocional, al del juego más o menos racial, y el Extremadura fue el que más se animó con esto. Disparó sólo en otra oportunidades entre los tres palos, sin problemas para Rubén, pero se mostró sorprendentemente cualificado para desordenar a Osasuna. Los rojillos nunca tuvieron el control hegemónico del partido y, aunque no se llegara a temer por el marcador por la nula habilidad ofensiva de su rival, se fue marchando el partido de forma deslabazada, incomodado todo el mundo -el Extremadura no daba un zarpazo en condiciones y se derretía en centros fáciles para Rubén y Osasuna se estiraba sin hallar la rendija en los últimos metros-, pero con tres puntos en el lado de los de casa.

Osasuna demostró que sigue a lo suyo -ayer fue práctico- y si sus rivales directos no le aguantan la carrera, le van a ver entrar con antelación en la línea de meta.