pamplona - El destino es caprichoso y quiso que Diego Martínez, que salió con más pena que gloria de Osasuna, diera el ascenso directo a la entidad rojilla, a quien no pudo clasificar de cara al play off la temporada pasada.

A partir de las 20.00 horas se abrieron las puertas en el bar Zentral de Pamplona, que congregó a un par de centenares de jóvenes aficionados rojillos, vestidos para la ocasión, para revivir, tres temporadas después, un ascenso a la máxima categoría del fútbol.

El local comenzó a llenarse con el paso de los minutos en la previa al encuentro y el ambiente se enrareció cuando Valentín Pizarro Gómez señaló el comienzo del choque y, con el paso de los minutos, los rojillos comenzaron a alentar a los nazaríes con tímidas voces.

La primera gran ocasión del encuentro la tuvo Quini, que mandó el cuero al palo, en un primer amago de la parroquia rojilla en festejar un tanto que llegaría en el último tramo.

Conscientes de que el empate daba el billete a Primera, los primeros cánticos arrancaron con la reanudación de la contienda.

A falta de un cuarto de hora para que terminase el choque, desde Santander de Quilichao (Colombia) Adrián Ramos se vistió de Kodro y, una vez más, desató la locura. Bufandas y banderas al vuelo, la parroquia rojilla comenzó a entonar todo tipo de clásicos cánticos rojillos.

Al igual que Enrique Martín Monreal tuviera su propia canción en el ya penúltimo ascenso, Jagoba Arrasate no iba a ser menos y el cántico dedicado al entrenador vizcaíno dio comienzo a un sinfín de melodías sacadas del baúl de los recuerdos.

Con el pitido final del encuentro, el Riau riau adelantó el Chupinazo sanferminero a una Pamplona cuyo ambiente se vio envuelto en el aroma de aquella gloriosa etapa en Primera División, y las gargantas, que iban perdiendo fuelle, recuperaron fuerzas para alzar la voz con el ¡Qué miedo me da, qué miedo me da, ser del Madrid y jugar en El Sadar!

La euforia se apoderó de los alrededores de la Plaza del Ayuntamiento y poco tardaron los primeros petardos en sonar. La fiesta se trasladó a las calles del Casco Viejo de la Comunidad Foral, que poco a poco se fueron tiñendo de rojo con la procesión rojilla al kiosco de la Plaza del Castillo, emblemático lugar en el que comenzaron a encenderse las bengalas, que amenizaban la espera de unos protagonistas que llegaron pasada la medianoche.

Con la llegada de los jugadores estallaba la fiesta, amenizada desde el kiosko por la plantilla que ha sido jaleada por los asistentes, a los que se ha unido para entonar los cánticos que tradicionalmente entona la afición rojilla en El Sadar.

Desde allí han sido coreados tanto jugadores, con cánticos especiales para algunos como el capitán Roberto Torres, como el equipo técnico, en particular el entrenador, Jagoba Arrasate.

En ese ambiente festivo tampoco han faltado los gritos animando a Aridane a cortarse el pelo y unas palabras en euskera de Brandon, que han sido muy aplaudidas.

Los jugadores han dado las gracias por el apoyo recibido para concluir cantando "somos un equipo valiente y luchador" y gritar "gora Osasuna".

Ni el día de la semana, un lunes, ni las horas, pasada la media noche, ni la temperatura, que rondaba los ocho grados, desanimó a los presentes que se resistían a abandonar el lugar.

Las celebraciones continuarán durante la tarde de este martes con recepciones en el Palacio de Navarra y el Ayuntamiento de Pamplona y un recorrido por la ciudad.

Las chicas se Osasuna se suman a la fiesta. Varias jugadoras de Osasuna, entre las que estaba la capitana, Mai Garde, Miriam Rivas, Nerea Valeriano, Vanesa Rodríguez y Lidia Alén, acudieron a la celebración de la plaza del Castillo como aficionadas.El Casco Viejo, teñido de rojo. Los bares de las calles de Pamplona estaban decorados con las banderas de Osasuna. Por las inmediaciones del bar Zentral comenzaron a desfilar banderas y bufandas rojillas y el humo rojo de las bengalas dio color al cielo

“Berriatua es una parte de Pamplona”. El entrenador de Osasuna, Jagoba Arrasate, señaló que su localidad se ha unido para siempre a Pamplona.