pamplona - A Osasuna le costó un buen rato entrar en el partido ante el Athletic y, cuando lo hizo con el tradicional garbo que le caracteriza en El Sadar, el acierto de su rival cortó la posibilidad de reacción y, de paso, se llevó por delante la larga y feliz racha de los rojillos en casa. Kodro, el exdelantero de Osasuna que en esta segunda campaña en el Athletic tan sólo había disfrutado de un minuto de juego, fue el verdugo de su antiguo equipo y dio carpetazo al satisfactorio expediente de encuentros en casa.

Los derbis, los encuentros de rivalidad, no son buen terreno para dar ventajas y, menos aún frente a un contrincante bien armado, un conjunto en el sentido estricto de la expresión, que concede casi nada y sabe cuidar lo que consigue. Osasuna se ha convertido en parangón de equipo reactivo, capaz de sobreponerse a situaciones adversas, a encajar un revés y levantarse a continuación, pero caminar demasiadas veces junto al precipicio puede llevar al resbalón. Y ayer es lo que pasó. A Osasuna le costó más de la cuenta ser Osasuna y, entre que se concedieron esos minutos vitales para el reencuentro consigo mismo -casi toda la primera parte-, y que se alinearon en contra unas cuantas fatalidades -a su gol del empate le sucedió el tanto de Kenan Kodro, en el primer disparo entre los tres palos del Athletic-, a Arrasate y los suyos se les escurrieron entre las manos los tres puntos e hicieron vivir una situación olvidada en El Sadar, la de la derrota.

A Osasuna le escuece el borrón en su trayectoria como local porque fue ante un rival con el que mantiene ese pique particular que se vive en los derbis y en los encuentros especiales, pero el traspié en El Sadar no destiló sensaciones de deber trascender mucho más allá. El equipo de Arrasate lleva una trayectoria excelente en el campeonato y haciendo lo que se ha hecho hasta ahora sólo se abundará en el mismo éxito. No queda otra.

Hay partidos con la suficiente carga emocional que no necesitan motivaciones extra. Por eso, cuando en menos de dos minutos a Chimy Ávila le habían llamado al atención, cobrado una falta y un mostrado una amarilla, fue como lanzar el encuentro por la pendiente, hacia un peligroso terreno sin control. Sí fueron minutos de descontrol los que vivió Osasuna en su comparecencia en el partido y las señales que mandó entonces el Athletic no tardaron en anotarse un gol. Moviéndose a las mil maravillas en la antesala de la defensa, a las espaldas de los centrocampistas, el conjunto rojiblanco tuvo una oportunidad por mediación de Sancet -la perla del Athletic extraída de la cantera de Tajonar- y un gol anulado por fuera de juego a Raúl García, que también estuvo a punto de marcar en otra acción invalidada por posición incorrecta. No hubo dudas en el gol de Iñaki Williams, en el que a Osasuna le saltó la defensa por los aires por la acometida de Córdoba, el toque de Sancet y el fútbol en estampida que borda Williams. Al conjunto navarro le habían marcado, pero lo peor es que andaba despistado, metido en una vorágine de idas y vueltas en la que no se le reconocía.

Después de haber estado muchos minutos con el paso cambiado, incomodado por el Athletic y su facilidad para el despliegue, Osasuna se tomó el tramo final del primer tiempo como un acto de autoafirmación. Primero le anularon un gol a Juan Villar por fuera de juego, después Chimy Ávila acertó a armar un remate casi imposible, tras control y disparo a la media vuelta que se marchó fuera por muy poco, y en el descuento, los rojillos advirtieron que no estaban vencidos. El meta Unai Simón sacó dos balones que se marchaban al fondo de la portería a sendos remates de Juan Villar y Darko. Semejante agitación, dos chispazos con aproximación al gol, fueron un aviso. Un aire nuevo, un impulso conocido, una esperanzadora reanimación.

A Kodro, protagonista final del partido, le tocó salir al campo tras el descanso por la lesión de Raúl García y el internacional bosnio vio el resurgimiento de su antiguo equipo. Osasuna se puso en marcha mejor, por fin jugó más tiempo en el campo de su rival y se vio al conjunto centrador y ambicioso de la nueva marca. Consecuencia lógica fue la llegada de oportunidades, como las de Rubén García y Torres, una de ellas desbaratada por Unai Simón. Osasuna fue arrinconando al Athletic hasta que pasada la media hora Chimy Ávila firmó el típico gol del delantero rabioso, que ya ha rematado cuando el defensa aún le está buscando. Los rojillos estaban listos para el asalto final cuando, en otra jugada mal defendida, Lekue bailó entre los defensas de Osasuna y Kodro recogió uno de esos balones que no falla en el área. Fue gol en el primer disparo entre los tres palos del Athletic en el segundo tiempo. Todo se puso cuesta arriba. No hubo mucho más. Así se terminó la racha, queda mucha Liga para seguir haciéndolo bien, con varios retos por conseguir. Siempre hay bonitas historias que escribir.