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Y ahora, Juan Pérez

Y ahora, Juan PérezFoto: Javier Bergasa/Oskar Montero

Si nos quedamos solo con las faltas, las tánganas dentro y fuera del campo, los gestos airados de unos y de otros, estos duelos entre Osasuna y Sevilla quedarían en una reseña de incidencias, tarjetas, recuentos de agravios (¡aquella semifinal de Copa de 1935..!) y un “y tú más” tan largo como la historia de la Liga. Pero no seríamos justos y esconderíamos lo que trasciende del juego. Porque estos choques (dicho tan cual) entre rojillos y sevillistas tienen una gran carga de ese fútbol que traspasa las fronteras del tiempo y ponen el sello de rivalidad a partidos en los que muchas veces gran parte de los protagonistas no tienen noticia de lo sucedido con anterioridad. Por eso, algo debe quedar en los ambientes de ambos vestuarios que resucita la figura del Chengue Morales, de Ziganda, de Alfaro o de Cristóbal Soria en aquellos duelos épicos. Ya digo que la carga de pasión es un aditamento y sin ella asistiríamos a un partido descafeinado; porque en estos lances es donde muchos futbolistas se agrandan, ya que exigen pelear, correr, meter la pierna y, sin queda espacio, trazar pases, regates, centros y remates. Y ayer asistimos a un magnífico desempeño de tipos como Chimy Ávila, Brasanac, David García, Munir, Reguilón o Éver Banega. Son en estos campos de minas donde el contragolpe, el pase filtrado y el intento de gol cobran más valor. Y es tal la energía que destilan unos y otros, que la falta de un futbolistas queda cubierta por un esfuerzo suplementario, como la última media hora de Osasuna.

En particular, este Osasuna-Sevilla ha puesto en la palestra a Juan Pérez. Lo digo sin más rodeos: este chico se ha ganado la titularidad. Devolverle a la suplencia sería un ejercicio de injusticia que no adivino en Jagoba Arrasate. Al chaval hay que quitarle la etiqueta de meritorio; ha tenido dos oportunidades, el pasado curso y este, y en las dos ha respondido. Ayer, con una nota sobresaliente. Juan Pérez, que arrastraba molestias y no podía al final poner el balón en juego, amarró el punto con una exhibición de reflejos y elasticidad. Tampoco hay que olvidar que en el encuentro contra el Espanyol una gran parada a cabezazo de Calleri sostuvo la ventaja de Osasuna en el marcador cuando había sufrido ya la expulsión de Roncaglia. Arrasate, que ayer tiró de nuevo de la cantera (cinco titulares de siete convocados), se lo debe a Juan Pérez.

En fin, que si los Osasuna-Sevilla no tienen la categoría de derbi será por la distancia. Para los futbolistas y los aficionados es un partido especial. Ahora, con un cuadro hispalense menos violento en sus formas y más sistematizado en sus movimientos. Frente a este rival construido a golpe de cheques con muchos ceros, vimos al Osasuna de siempre, irreductible pese a comenzar perdiendo, pese a las medidas de urgencia adoptadas por Arrasate, con Moncayola en el lateral, Navas de central y Cardona camino del hospital para la media hora de partido. La pelea por el punto se hizo más memorable con la reaparición de Unai García. Volver a Primera reserva partidos tan emotivos como este en los que un empate a veces es casi una victoria. Y en el que el fútbol pone en el candelero a jugadores como Juan Pérez.