pamplona - Osasuna supo defender con las piernas y el corazón el empate ante el Sevilla y sumó un punto más en su casillero, restaurando de nuevo la condición de escenario terrible de El Sadar. Al contrario de la jornada pasada, en la que también se quedó con un jugador menos pero supo nadar contra la corriente, la inferioridad numérica durante media hora por la expulsión de Oier -el capitán vio dos amarillas en trece minutos- liquidó las posibilidades de Osasuna. Los rojillos, ante un rival con calidad, futbolistas de perfil ofensivo y con recursos desde el banquillo, se vio condicionado en sus maniobras y tuvo que centrarse al final más en defender la renta que en culminar otra remontada.

El empate ante uno de los pesos pesados de la Liga se sostuvo también por la sobresaliente actuación del portero. Juan Pérez, en su puesta de largo en Primera en El Sadar, resultó vital para que su equipo no doblara la rodilla. El joven cancerbero rojillo respondió con actuaciones excepcionales a casi todas las intentonas del Sevilla. Incluso rebañó el balón a Chicharito en una jugada en la que el árbitro pitó alegremente penalti y el VAR, por contra, le quitó la razón.

Con más crispación que en otros encuentros -porque la talla del contrincante pedía mucho-, también condicionado por las circunstancias del partido -Arrasate se vio obligado a hacer un cambio para los 25 minutos por el golpe que llevó al hospital a Marc Cardona-, Osasuna siguió siendo el de siempre e incluso tiró de dosis de orgullo extra para no caer en El Sadar. Los rojillos supieron sufrir para llevarse un premio, como también le tocó pasarlo mal al Sevilla, que tuvo que apretar los dientes y administrar la intranquilidad que genera un rival que también sabe defenderse con fe y criterio y que tampoco se da por vencido. El Osasuna de Arrasate en estado puro. Puro gozo también.

Osasuna y Sevilla escenificaron un encuentro tenso, dramático en los minutos finales. El equipo andaluz no sorprendió a nadie, como corresponde a un conjunto con un entrenador con cartel y plantilla nueva, hecha con una inversión millonaria. Por eso, había que estar preparado para que en su primera aparición en el partido, su primer disparo a puerta, acabara en gol. Se supo buscar la vida Banega, el timón del Sevilla, y lanzó un balonazo largo al que Munir, con la defensa de Osasuna descolocada y Estupiñán midiendo su presión porque andaba como último hombre en la zona de peligro, en el área, acabó remitiendo al fondo de la portería.

Osasuna fue entonces el de siempre, el que había sido también antes del gol en contra, y siguió presionando y asfixiando al Sevilla que hasta la media hora no cruzó la línea del centro del campo para dar cuatro pases seguidos en el terreno de juego rojillo.

El partido ni siquiera perdió ritmo cuando estuvo parado cinco minutos por el encontronazo de Marc Cardona con Diego Carlos que terminó con el rojillo malparado. Al delantero hubo que sustituirlo tras un golpe de los que dan miedo, porque dio grogui con sus huesos en el suelo. Al primer tiempo le correspondió una larga prolongación y hasta el último minuto siguió trabajando Osasuna en las proximidades del área de su rival y, en una de esas pugnas bien cobradas, por Oier primero y David García después, a Adrián, el relevo de Marc Cardona, le saltó la chispa de la genialidad para ofrecer un pase de tacón a Chimy Ávila. El delantero argentino, un castigo para la defensa del Sevilla, hizo temblar la portería con un disparo imposible de contrarrestar. Se había corrido mucho, batallado también y Osasuna seguía en pie ante uno de los colosos de la Liga.

Los rojillos, marca de la casa, entraron en el segundo tiempo en plan estampida y Rubén García rozó la voltereta en el marcador. Un lanzamiento de falta junto al poste y un disparo al poste, en una contra excelente, dejaron al Sevilla preocupado.

Preocupado porque en la portería de Osasuna comenzaba a hacerse grande la figura de Juan Pérez, el protagonista del segundo tiempo y héroe del partido. El portero iba a tener trabajo de sobra y estaba especializándose en amargar la noche a Chicharito. Al delantero mexicano le superó en todo lo que le retó, también en lo que había pitado como penalti el árbitro.

El trabajo del portero de Osasuna se incrementó definitivamente tras quedarse con uno menos su equipo. A Oier, el árbitro lo mandó para la caseta con dos amarillas en menos de quince minutos. El capitán tampoco se había mostrado excesivo durante el partido, pero el colegiado decidió que la intensidad, en un momento en el que el partido echaba chispas -también en la zona de los banquillos- no se debía jugar así, poniéndolo todo en cada balón y en cada disputa.

Con uno menos en la refriega, Osasuna estuvo a la altura de la pelea frente a un equipo con calidad y temple, cada vez un poco más atrás porque sus movimientos en ataque no tenían los bríos de otras veces, y se mantuvo en la pelea con las intervenciones de su portero. El poste también le salvó a Osasuna a un minuto del final, como también le sirvió al Sevilla que la revisión del VAR no validara como penalti un despeje con el codo de su defensa Diego Carlos. Con un jugador menos y sufriendo, con orgullo latiendo en el pecho y el esfuerzo en todas las zonas del campo, el punto le ayuda mucho a Osasuna. Suma en el casillero y en la buena imagen del equipo. A El Sadar no se viene a pasarlo bien, aunque todo se te ponga a favor.