PAMPLONA. Pablo Hervías (Logroño, 1993) ha vivido lo bueno y lo malo en el fútbol. El exrojillo, ahora en las filas del rival de Osasuna del sábado, el Valladolid, sufrió una rotura del ligamento lateral hace casi un año. Poco después de reaparecer logró marcar un gol de falta, precisamente, al conjunto navarro. El riojano revive su paso de un mes por el club rojillo, el día de Sabadell y también habla de Jagoba Arrasate, con el que coincidió en la Real Sociedad.

¿Cómo afrontan la visita a El Sadar? Sabrá que no es un estadio fácil.

-Sabemos a dónde vamos, a la guerra. Es un campo muy difícil, sabemos lo que hay. Quedan días de trabajo, pero estamos mentalizados porque es un campo muy complicado.

Y que además le encanta, tal y como ha dicho en varias ocasiones.

-Me encanta cuando soy local (risas). Cuando he ido de visitante, no tanto. He jugado un par de veces ahí y he sacado un empate y una derrota. No me gusta nada de visitante, obviamente. Fuera bromas, es un campo muy chulo en el que se respira fútbol. Ojalá podamos traernos los tres puntos. Además, sabe lo que es marcar en El Sadar, lo hizo ante el Mirandés.

¿Cómo recuerda aquel gol?

-Lo recuerdo perfectamente porque todo fue muy rápido: me dijeron que Osasuna me quería y a los dos días ya estaba debutando. No se si ese fue mi primer o segundo balón. Recuerdo que fue un pase de Sisi a Nino en carrera, que la puso. Rechazó el portero y pegó en el larguero. Me vino a mí y le pegué con todo.

¿Qué rescata del paso por Osasuna?

-Muchas cosas, pero realmente me llevé de allí amigos, gente del club que todavía sigue allí. Cada vez que les veo me tratan genial. También una gran experiencia. Ya dije muchas veces que estoy muy agradecido tanto a Osasuna como a su afición.

Y eso que el equipo al que llegó estaba en una situación muy difícil.

-Aquello fue muy límite, un milagro. Si hubiésemos bajado a Segunda B, estaríamos hablando de un Osasuna totalmente diferente al de hoy. No lo sé y tampoco estoy metido, pero probablemente habría empezado desde abajo en el fútbol español. Ahora está en Primera consolidado y me siento partícipe de ese éxito.

Ahí coincidió con varios jugadores que siguen, como Roberto Torres y David García. ¿Cómo vio que lo vivían, como canteranos?

-Veía sus caras como veía la mía. Era un sinvivir. Recuerdo entrar al vestuario en el descanso de Sabadell, cuando perdíamos 2-0 y el Racing ganaba 0-1. Fue de los peores momentos de mi carrera porque no daba crédito a lo que pasaba. Parecía que lo teníamos todo hecho con la victoria ante el Recreativo y la derrota del Racing en la jornada pasada. Lo viví como uno más, pero prefiero acordarme de la celebración y de la salvación.

Cuando ha vuelto a jugar contra Osasuna, ha conseguido dos buenos goles, tanto el año del ascenso del Valladolid como esta temporada en Primera.

-Fueron dos golazos, la verdad. Hubiera preferido que fuesen a otro rival, pero tocó que fuese ante ellos, no la voy a tirar fuera. El fútbol es así. Ya saben que les deseo lo mejor, que nos salvemos los dos equipos, pero que el sábado ganemos nosotros.

Y este último gol en Primera le vino bien psicológicamente tras su grave lesión de rodilla...

-Nunca celebraría ningún gol contra Osasuna ni lo celebraré, y eso que solo estuve un mes, pero me trataron increíble. Cuando marqué ese gol ni me acordé: lo celebré porque pasé por una dura operación en el ligamento lateral interno, era mi primer minuto de juego en muchos meses y, como es lógico, ni te acuerdas de no celebrarlo.

¿Cómo afrontó esa lesión?

-No le deseas a nadie una rotura de ligamento, porque pasar por quirófano es duro. Me acuerdo de esos momentos horribles en el hospital, con un dolor tremendo y sabiendo lo que se me venía encima. Cuando tus compañeros están en Valladolid y yo en mi casa de Logroño, tirado en el sofá, sientes que no estás donde debes estar, sino que piensas en entrenar. Pero no me quedaba otra, yo no podía jugar. Lo que me motivaba era que cada minuto de cada día estaba mejor. Buscas pequeñas motivaciones y no lo llevé tan mal. No se lo deseo a nadie, pero una vez te ha pasado, valoras mucho más las cosas. Cuando no has tenido una lesión así, te quejas de cosas sin importancia, y cuando estaba lesionado pensaba: "¿Por qué me quejaba de esto?". Ahora disfruto de cada minuto. Estoy mejor que nunca.

¿Juega con miedo, como dicen varios jugadores tras una lesión así?

-No. No me acuerdo. Si pensase que me voy a romper otra vez, no jugaría. Ni me acuerdo de ello ya. Solo pienso en el balón y en disfrutar.

¿Ha vivido sus mejores momentos en Valladolid?

-Sí, me siento uno más, pero desde el primer momento. Muy contento por todo lo que he vivido aquí, porque aquí he podido jugar bastante. Estoy muy contento y creciendo mucho. Lo único, el frío, aunque en Pamplona y en Logroño también está ahí (risas).

¿Qué Valladolid se va a encontrar Osasuna?

-Se va a encontrar un Valladolid rocoso, un equipo que deja pocos huecos y que, cuando estamos bien, lo cual suele ser lo normal, nos generan poco. Somos un conjunto solidario, y eso se va a encontrar Osasuna.

¿Qué influencia ha tenido su técnico, Sergio González, sobre usted?

-Mucha. Llegó en Segunda y ya confío en mí desde ese momento y, cuando me fui al Eibar, él volvió a por mí.

Otro técnico al que conoce bien es a Jagoba Arrasate. ¿Qué recuerdo guarda de él en la Real?

-Un recuerdo magnífico. Él entra en la Real cuando yo estoy en el juvenil. Me hace debutar en el primer equipo y me da varios partidos antes de que le echasen. Luego pudimos coincidir varias veces, pero por circunstancias no pudo ser. No me está sorprendiendo lo que está logrando. Su etapa en Soria fue magnífica y el año y medio que lleva en Osasuna es de sobresaliente. Tiene las ideas muy claras, es una persona magnífica y ojalá pueda trabajar con

él en el futuro.

¿Ha podido seguir a Osasuna estas dos últimas temporadas?

- Sí. Lo he seguido por Jagoba. El verano de 2018 jugamos un amistoso Osasuna-Eibar y, puede ser ventajista decir esto, pero ahí ya me di cuenta de que Osasuna tenía buenos mimbres y que iba a competir bien con Jagoba. Al final ya no había ni emoción porque se sabía que iban a subir. Fue una barbaridad lo que hizo.

Si marca, ¿lo celebrará?

-No. Y menos en El Sadar. Ya puede ser el 1-2 en el minuto 95, que no lo voy a celebrar.