Pamplona - En su despacho de Tajonar, simple, minimalista, las paredes están decoradas por hojas repletas de estadísticas. Esta semana tocan las del Athletic, rival mañana de Osasuna. Arrasate, profesor vocacional atrapado por la burbuja del fútbol, las analiza en profundidad. Dice que es una herramienta más, aunque es un técnico de la vieja escuela, de los que aún creen en las sensaciones.

Estamos en pleno mes de febrero, pero cualquier lo diría. Parece más bien abril o mayo.

-Cosas del cambio climático, sí. Estamos en febrero y tenemos una buena temperatura. Para entrenar se agradece, pero igual en marzo o abril viene el temporal.

Temporal que hasta la fecha han esquivado en lo deportivo.

-Durante el año no hemos tenido ningún momento crítico de vernos abajo o de pasar una racha muy mala. Pero también sabemos que no nos podemos dormir, que tenemos 28 puntos que no son suficientes y que hay que seguir sumando para mantener este colchón con respecto a los puestos de descenso.

¿Imaginó en verano que las cosas les irían tan bien?

-Siempre deseas que pueda ir bien, pero sabíamos de la dificultad también. Estamos contentos de cómo va todo, pero hemos perdido los últimos partidos y toca reaccionar. La primera oportunidad es en San Mamés y tampoco queremos dejar pasar otra oportunidad más.

¿Es en las situaciones más delicadas cuando entra la faceta del Jagoba profesor?

-Bueno? Esa aparece todos los días. Al final en el Jagoba persona está el profesor, el entrenador, el pedagogo, el didáctico, el cabreado? Un poco todo. Pero a veces sí toca sacar ese lado para convencer al jugador, empatizar con él. Tenemos que sacar el mejor rendimiento de cada jugador para ponerlo al servicio del equipo.

¿Dónde hacen más caso, en la ikastola o en los entrenamientos?

-Aquí están porque les gusta y en la ikastola a veces porque es su obligación. Hay que buscar un contexto favorable no para que te hagan caso, sino para que estén convencidos en eso que planteamos nosotros.

¿Se considera mejor entrenador o profesor?

-No lo sé. El Jagoba profesor hace tiempo que no ejerce, pero me encantaba porque es algo vocacional. Y el Jagoba entrenador tiene mucha pasión también. Pero tampoco separaría una cosa de la otra.

Por lo que cuenta hay ciertos paralelismos entre una profesión y otra. ¿Qué aspecto de la docencia es la que más le sirve para entrenar?

-La transmisión. Creo que es clave. Pero para que esta sea eficaz uno se tiene que preparar, creer primero en lo que va a hacer, creer en las herramientas que tiene para luego poder transmitir el mensaje. En los dos trabajos creo que es la transmisión.

Lo que viene a ser convencer.

-Sí, pero primero uno tiene que estar convencido para que luego lo transmita. Esto no cae del cielo.

¿Y usted está convencido?

-Sí, yo sí. Más allá de que ahora vengamos de dos derrotas seguidas en liga, de perder en Copa o de encajar goles, veo entrenar a los jugadores, sus caras y estoy convencido de que esto es pasajero y que volveremos a ser un equipo difícil, competitivo y que sacará buenos resultados.

En noviembre de 2014 acabó su etapa como técnico de la Real, del que cogió las riendas apenas 17 meses antes. ¿Qué sensación le quedó?

-Es verdad que en la Real pasó todo muy rápido. Fue un año y pico de emociones muy fuertes tanto en lo positivo como en lo negativo. Cuando termina estás en una burbuja. Eso se acaba, te pones a pensar y te das cuenta de que hay más cosas que el fútbol que cuando estás en esa burbuja no te das cuenta. Pasas más tiempo con la familia, reflexionas más, haces otras cosas. Y eso me vino muy bien. Aislarme del fútbol, ver los toros desde la barrera, saber en qué te has equivocado, analizar las cosas desde un prisma diferente, con más tiempo y en un contexto más tranquilo lo que te hace es mejorar y, sobre todo, cargar las pilas para lo que iba a llegar luego, que fue lo de Soria.

¿Diría que el tren de Primera División le llegó demasiado rápido?

-Sí, pero nunca sabes. Los trenes pasan cuando pasan y claro que ahora me siento mejor entrenador que entonces. Pero entiendo que dentro de cinco años me sentiré mejor entrenador que ahora también. Es una experiencia que me sirvió de mucho, que empezó bien y terminó mal, pero es una experiencia más que me enriqueció también.

En Soria hizo un máster de entrenador.

-Es de las cosas que más orgulloso estoy, de haber tomado esa decisión. Porque cuando sales de un equipo de Primera División, con lo globalizado que está el fútbol hoy en día sobre todo te llegan cosas de fuera que te pueden despistar o marear, pero entendíamos que siendo un entrenador joven tenía que ir a un sitio así. El Numancia es tranquilo, familiar, tiene estabilidad... Y en ese aspecto Soria ha sido lo mejor que me ha pasado. Tres años en los que crecí mucho como entrenador y como persona también, donde fue muy feliz. Estoy muy orgulloso de haber tomado esa decisión en aquel momento, que no era fácil, porque había otras opciones y eso te puede despistar y tomar un camino que no es correcto.

Fichó por el Numancia en el verano de 2015. ¿Pensaba entonces que volvería a entrenar en Primera?

-No, en ese momento estaba pensando más en reconducir mi carrera como entrenador, en lo que quería ser en un contexto maravilloso, familiar, en el que habían creído en mí. Estaba súper agradecido y solo pensaba en devolver esa confianza con resultados o consiguiendo objetivos. En ese aspecto, aunque las tres temporadas fueron diferentes, cada año me sirvió de mucho.

Su última temporada allí fue espectacular. Estuvieron a un paso de subir a Primera?

-Conseguimos hacer un equipo, entre comillas, a nuestra medida. Ese tercer año fue maravilloso. Tocamos la puerta de Primera y en todos los aspectos fue un año maravilloso.

Para su aventura en el Numancia reclutó a Bittor Alkiza, a quien ya tuvo trabajando a su vera en la Real Sociedad. Curiosamente, unos años atrás él fue su jefe. ¿Qué le aporta el donostiarra?

-El fútbol es caprichoso. Cuando él estaba como responsable del fútbol base de la Real me llamó para ir al juvenil. Y luego cuando yo cogí el primer equipo fue al revés. Me da otro punto de vista. Es otro prisma, desde los 400 y pico partidos que jugó en Primera. Pero no solo eso. Él es muy frío, analiza todo muy bien, tiene un don de saber estar siempre en el sitio donde tiene que estar, de hablar cuando tiene que hablar. Y es mi contrapunto. Yo a veces soy más loco en mis ideas y él me hace pensar, reflexionar. Y eso para un entrenador es muy importante.

Tiene la pared del despacho llena de estadísticas suyas y del Athletic. Usted es profesor de matemáticas. ¿Es un loco de los números?

-A ver? Lo que más me gustan son las sensaciones del entrenamiento y de un partido, pero hoy en día tenemos un montón de datos y no soy de mirar a otro lado. Tenemos un montón de estadísticas tanto técnico-tácticos como físicas y sí me gusta fijarme en eso porque entiendo también que nuestra manera de jugar va relacionada un poco a esos datos físicos que necesitamos.

¿Qué importancia le da al kilometraje que realiza su equipo por partido?

-Mucho. Pero más que al kilometraje, que somos uno de los equipos de Primer que menos recorrido hace, se la doy al hecho de que somos el que más hace en esprint, parecido al Athletic. Ahí se puede ver el estilo que tenemos. Que más allá de hacer cosas, lo que nos gusta es hacerlas rápido y convencidos. En eso somos dos equipos que nos asemejamos.

¿Cómo ve al Athletic?

-Veo que está haciendo una buena temporada, con 31 puntos en liga, ha estado cerca de Europa aunque es verdad que últimamente no ha conseguido muchos resultados, pero tiene muchísimo mérito lo que está haciendo en Copa. Ha pasado momentos muy complicados y ahí ha demostrado el carácter, la fuerza mental que tiene. Está en una situación soñada, en unas semifinales de Copa en la que antes el objetivo podría ser llegar a la final y ahora es ganar por quiénes quedan en la competición. Tiene mucho mérito lo que está haciendo.

¿Quiere una final entre Athletic y Real?

-Sí, como euskaldun me gustaría. Entiendo que pueden ser bonitos todos los prolegómenos, pero entiendo también que si se da esa final va a marcar mucho y al equipo que pierda le puede afectar muchísimo. Pero sí me gustaría por todo lo que significaría para el fútbol vasco.

¿Se vería entrenando al Athletic?

-Nunca he pensado en eso. Ni en volver a la Real. En su día pensaba en Soria y ahora en afianzar a Osasuna en Primera, que creo que es su sitio y además viene el centenario, que es muy importante. Solo pienso en eso, aunque sé que el fútbol te puede llevar a un lado o al otro. En su día me llevó a Segunda División como me podía haber llevado al extranjero. Ahora disfruto del día a día sin pensar en el futuro.

Lo que también le ha traído el fútbol es el VAR. Algo que parece no terminar de convencerle. No son muy amigos.

-Todos, entre comillas, estamos a favor de la herramienta, pero estamos un poco despistados.

¿Cada día más?

-Sí. Antes entendíamos que el árbitro se pudiera equivocar, pero ahora no entendemos que el árbitro se equivoque y no se le corrija desde el VAR. O que se le corrija solo a veces. Estamos un poco despistados. Pensábamos que se iba a acabar la polémica con el VAR y lo que ha pasado ha sido al revés. Ha aumentado la polémica. Creo en el VAR, pero no en el uso que se le está dando. Tenemos muchas cosas que mejorar.

Cada vez son más los que se suben a ese barco. Por algo será?

-Creo que tenemos que buscar especialistas. No entiendo que un árbitro arbitre, la semana siguiente vaya al VAR? Igual tenemos que cambiar eso, buscar especialistas de VAR, aunque sean menos, pero que se dediquen a eso y que estén pendientes de ello y no de arbitrar la semana que viene. Esa puede ser igual una buena solución.

"Lo que más me gustan son las sensaciones del entrenamiento y de un partido"

"Pensábamos que se iba a acabar la polémica con el VAR y lo que ha pasado ha sido al revés. Ha aumentado"