no sé cuanto hay de relajación o de conformismo en un partido como el de ayer. Quizá en el seno de una plantilla tan competitiva no caben ese tipo de anomalías y es un accidente, pero después de observar cómo encaró Osasuna el encuentro, los reiterados errores de bulto y, sobre todo, que no hubiera una reacción marca de la casa que mantuviera vivo el choque invita a pensar que lo ocurrido no es solo fruto de una mala mañana. Tras el laborioso triunfo en San Mamés se ha hablado mucho de la cercanía del objetivo, de lo poco que falta para sellar la permanencia, de que con tres o cuatro partidos ya está todo hecho? Es muy humano y muy del ámbito deportivo el trazar cálculos, por mucho que algunos repitan lo de partido a partido. Superada la frontera de los 30 puntos parece que, como en el juego del parchís, ya has entrado en las casillas de seguridad y solo tienes que tirar el dado y esperar que te salga el número ajustado. Y si miramos fríamente la cola de clasificación y el calendario que le resta a Osasuna, sobre todo en El Sadar, las perspectivas son halagüeñas. Pero viene a cuento en estos casos recordar el “si nos relajamos somos muy malos” de Pedro Zabalza así como la negativa experiencia vivida con Javi Gracia en el banquillo, que tras llegar a los 29 puntos en la jornada 25 después solo ganó dos partidos y no pudo eludir el descenso, con todas las consecuencias posteriores. Algo habrá que cargar también en el haber de Arrasate, que sigue sin solucionar la grieta defensiva (siete goles en los dos últimos partidos en casa) y tiene problemas en el juego de ataque para el que, tres partidos después, ni Gallego ni Arnaiz han aportado goles o soluciones. Atrás se echó en falta a Unai García (al parecer con problemas físicos) y la alternativa de volver a jugar con una defensa de cinco parece lo más recomendable para la visita al Sevilla. Arriba, la figura de Gallego comienza a plantear dudas, tanto por el cambio que impone al estilo de Osasuna como por su corta aportación en el remate, ayer tres envíos inocentes al marco de Rui Silva. El dibujo y la estrategia de San Mamés la volveremos a ver más veces y creo que incluso como local.

Esa actitud desconcertante ayer de Osasuna tuvo como protagonista más señalado a Aridane. El canario echó un grueso borrón en el laureado expediente de esta temporada. Su falta de concentración fue la de todo el equipo, su descolocación no exime a los compañeros de falta de colaboración y que en la segunda parte siguiera perdiendo balones que comprometían a su portero es atribuible a que hasta el propio entrenador vio en el descanso que no había forma de levantar el resultado. El Granada agradeció la tontuna y los regalos, apenas hizo un par de concesiones en su área y a Diego Martínez no le hizo falta jugar al ajedrez contra Arrasate porque desde el movimiento de apertura le dio el jaque-mate a Osasuna.

Me quedo con la frase de Arrasate en la que recuerda que “si no sentimos esa necesidad cada domingo y crees que ya eres de Primera división, pasa lo que ha pasado hoy”. Así que menos juego de parchís y más juegos del hambre: de competir para subsistir, de pelear cada punto como si fuera el último y de perseguir sin relajarse unos objetivos que aún no están conseguidos. Arrasate tiene que agitar la plantilla, recordar que nadie es titular por pura costumbre (ni siquiera Sergio Herrera) y aportar remedios. Dijo que fue un partido “para tomar nota”. Que se vea.