La vinculación de Fernando Martínez de Murguía con Osasuna abarca casi tres lustros en los que el club dio el salto adelante más importante de su historia. Hombre de fútbol, sistematizó el seguimiento a los jugadores de la cantera, hizo la labor de director deportivo, gestionó la compra de los terrenos que hoy albergan las instalaciones de Tajonar y fue persona de confianza de Fermín Ezcurra en la toma de decisiones. Cuando salió del club en 1997 rompió los lazos y tomó distancia. El lunes fallecía en Pamplona a los 77 años de edad víctima de enfermedad. Natural de Vitoria, deja viuda, un hijo y una hija.

"No se le ha dado relevancia a todo lo que hizo por el club", reclamaba ayer un antiguo empleado. Ante el osasunismo, Murguía era quien fichaba y concedía bajas; pero había más: supervisaba la tarea de los ojeadores, controlaba lo que sucedía en las categorías inferiores y peleaba con unos y con otros hasta enfadarlos muchas veces. Fiel a la austeridad implantada por Fermín Ezcurra, "miraba mucho cada peseta que se gastaba y defendía a Osasuna a capa y espada", subrayó la misma fuente.

Murguía fue cocinero antes que fraile. Comenzó entrenando en Jesuitas, pasó al Pamplona, donde trabajó durante ocho años; más tarde entrenó al Iruña y fue secretario técnico en el Mirandés antes de aceptar en 1970 la propuesta del presidente de Osasuna, Emilio García Ganuza, para ser jefe de ojeadores. Cuentan que pasaba horas en su pequeño despacho en la antigua sede de la Plaza del Castillo. "Tenía una enorme capacidad de trabajo", destaca quien lo conocía desde sus tiempos en el Pamplona. Allí comenzó a elaborar un sistemático fichero de futbolistas con proyección, un archivo con abundantes datos que amplió durante años y que, cuentan, desapareció del club no se sabe bien cómo ni a manos de quién.

Su trabajo no era de oficina: salía a los campos y veía jugadores. Para esa labor contaba al principio con un corto equipo de apoyo. Ahora bien, todo se hacía bajo sus órdenes, como recuerda un entrenador de categoría inferiores con el que protagonizó más de un encontronazo por disparidad de criterios sobre algún futbolista y el equipo en el que el chaval debía de jugar: "Tenía mucho poder", aporta. Era, en palabras de un futbolista de los años ochenta "el que manejaba todo". En su caso, cuenta cómo apareció Murguía en casa acompañado de Ignacio Zoco para hablar con su padre del fichaje por Osasuna. El cabeza de familia solo puso una condición: que encontrara un trabajo para el hermano del futbolista. Dicho y hecho.

socios y rivales El abanico en el que se movía Murguía iba mucho más allá del fútbol. En nómina de Osasuna, tenía tiempo para atender otros negocios, en particular centrados en tiendas de deportes, inmobiliarias e inversiones. Durante muchos años regentó junto a su amigo Javier Pozueta el establecimiento Multi-Sport, en la calle Arrieta de la capital. Curiosa pareja esa, ya que Pozueta trabajaba captando valores para el Athletic mientras su socio trataba de obstaculizarlo desde Osasuna. En esa contienda sorda en la que por medio se cruzaba el CD Pamplona, a Murguía le ganaron algunas veces por la mano o por la falta de mano izquierda. Uno de los casos más sonados fue el fichaje de Jesús Mari Satrústegui por la Real Sociedad cuando estaba apalabrado con Osasuna (pero sin cerrar la operación económica), así como los de Mayayo y Roberto Martínez, que tomaron dirección a Bilbao.

Murguía no solo negociaba (o apretaba) en lo concerniente a los contratos -"era un hombre muy enérgico, de ordeno y mando", dice un veterano exentrenador- , también ejercía como asesor en las inversiones de los futbolistas que lo desearan. "Era muy serio y fiable cuando te proponía una inversión", dice un exfutbolista. "A mí llegó a llamarme cuando ya no jugaba en Osasuna y entré sin pensarlo", abunda explicando su olfato para los negocios. Ese conocimiento del mercado resultó importante para el proyecto de cantera de Ezcurra. Como experto en el valor del suelo y de los terrenos, Murguía recogió información de posibles espacios en la Comarca de Pamplona hasta cerrar un acuerdo con propietarios del concejo de Tajonar.

Quienes lo conocían apuntan que su influencia iba más allá del ámbito de Osasuna y alcanzaba a decisiones de estamentos federativos y arbitrales.

Asignado a las funciones de responsable administrativo de Tajonar en su última etapa en el club, la junta presidida por Juan Luis Irigaray decidió dar la dirección deportiva a Javier Zubillaga. Poco después desaparecía de escena, aunque mantuvo relación con algunos exjugadores. Seguía siendo su hombre de confianza.

EL METRO

DE MURGUÍA

No quería jugadores pequeños. La leyenda más recurrente cuando se habla de Fernando Murguía pone el acento en que "fichaba con un metro en la mano". Con esa frase se ilustraba su gusto por los jugadores altos -llegó a descartar a Juan Señor cuando comenzó a despuntar-, un argumento que en los campos de regional se utilizaba cuando alguien ponderaba las virtudes de un futbolista menudo: "Ese es pequeño para Murguía". El estereotipo se hizo trizas cuando un jugador pequeño como Eugenio Bustingorri apareció en las categorías inferiores y fue llamado a la selección española.