sangre, sudor... y quemaduras en la piel. A veces ganar un partido (o perderlo) acarrea serias consecuencias físicas. Es lo que ocurrió en el Osasuna-Villarreal (2-1) disputado el 5 de marzo de 1995. La abundante lluvia recogida por el césped de El Sadar impidió delimitar el terreno con la habitual pintura acrílica y los empleados del club utilizaron cal viva. Ya en el descanso, algunos futbolistas que se deslizaron por el terreno sintieron molestias; alguno de ellos optó por ducharse, lo que tratándose de cal viva agravó la reacción. El parte médico recogió que tres futbolistas de Osasuna y cuatro del Villarreal sufrían quemaduras de importancia. Pizo Gómez se pasó por DIARIO DE NOTICIAS y posó con los pantalones en los tobillos para mostrar las heridas.