- Osasuna cumplió con su misión en el partido ante el Espanyol y logró el triunfo, tres puntos que le acercan muchísimo al objetivo de la permanencia y que sentencian al rival de ayer, último clasificado y a catorce puntos de los rojillos. Un mundo, una diferencia insalvable cuando quedan once jornadas.

En un encuentro tenso siempre e intenso a ratos, con imprecisiones y quemazón a la hora de tener el balón por parte de los dos conjuntos, el equipo de Arrasate saltó al campo dispuesto a ser protagonista -actitud valiente y encomiable- y, aunque su mando absoluto -que lo tuvo- se fue diluyendo con el paso de los minutos, por la gestión del resultado y la factura del esfuerzo, el conjunto navarro hizo muchos más méritos que su oponente para llevarse la victoria. Lo anecdótico es que lo lograra de penalti. Roberto Torres, el aventajado especialista de Osasuna en los lanzamientos de las penas máximas, no tuvo dudas a la hora de marcar desde los once y, al contrario, adornó el disparo con ese toque suave que se marcha por el centro de la portería con el portero batido, un penalti al estilo Panenka. Un regalo también para esa grada fiel en este encuentro clave.

Con más presión que en anteriores citas, Osasuna supo afrontar este partido nervioso en el que tampoco requirió completar una actuación sobresaliente para superar al Espanyol. Al conjunto catalán le pesa como una losa la clasificación, no se siente cómodo en ninguna faceta del juego y parece fiarlo todo al instinto goleador de Raúl de Tomás, capaz de sacar un gol de donde no se ve. Pero como suele suceder cuando se viaja en el furgón de cola de la clasificación, al equipo que entrena Abelardo se le amontonaron las desgracias en la fase final del partido, cuando perdió a su portero por la segunda amarilla por una dudosa mano fuera del área y, con los tres cambios hechos, se vio obligado a jugar una decena de minutos con un jugador de campo, Cabrera, como cancerbero. Los rojillos no probaron al central reconvertido en portero, no sentenciaron el marcador aprovechándose de esta circunstancia, pero el partido tampoco se vio peligrar en ningún momento.

Osasuna se lanza, con estos tres puntos, con decisión a por la permanencia tras haber ralentizado el paso en algunas jornadas con menos brillo. Ayer firmó una victoria en casa, después de un tiempo sin haberla conseguido, que debería también dar consistencia al grupo para afrontar con sosiego y más confianza este tramo final del campeonato. Como se vio en El Sadar, cuando los equipos andan con tensión y exigencia, no suelen salir los planes y muchos conjuntos van a verse en éstas en los próximos días, agobiados y muy nerviosos.

Arrasate sabe jugar con las incógnitas en las alineaciones y frente al Espanyol no fue excepción. Mantuvo a Roncaglia en el lateral derecho y dio la titularidad a Kike Barja en uno de los flancos. El canterano ejemplificó la búsqueda de soluciones que quiere el técnico y el chaval le devolvió la confianza con un satisfactorio debut en Liga tras muchos meses de ausencia por lesión. Profundo por la banda izquierda, fue un argumento de ataque para el equipo, que es mucho cuando los caminos hacia la portería contraria no son fáciles de hallar. Ante el Espanyol, por el momento, aprovechó su oportunidad y se ha puesto por delante de algunos en la lista de preferencias del entrenador.

Por la veta de Barja entró lanzado Osasuna al partido, mucho mejor que el Espanyol, al que condenó a vagabundear por el campo, alejadísimo siempre de los lugares de peligro. Solo un latigazo de Raúl de Tomas, rapidísimo a la hora de armarse un disparo desde el borde del área que repelió con acierto Rubén Martínez -otro de los que regresaba al equipo tras muchos meses-, fue la única aparición del conjunto de Abelardo en el partido. El paso de los minutos relajó la marcha de Osasuna y el Espanyol vivió con más aire el tramo final del primer tiempo. Los errores en las entregas favorecieron muchos minutos de ida y vuelta, con mayor igualdad entre los dos contendientes, pero ausencia de ocasiones.

Tal y como estaban los dos, sus méritos y su disposición, solo Osasuna se había mostrado en condiciones de alterar el marcador. A punto estuvo de hacerlo por mediación de Darko, en un cabezazo a los tres minutos de la reanudación que despejó Diego López, y lo hizo definitivamente gracias al gol de penalti de Roberto Torres. El centrocampista adornó el lanzamiento ejecutándolo con la parsimonia que da picar el balón y Osasuna finiquitó así el encuentro.

Quedaban más de cuarenta minutos por delante, pero las únicas ocasiones fueron para los rojillos, que dispusieron de un par de acciones claras para zanjar la contienda; pero en la primera se interpuso Diego López al disparo de Roberto Torres y en la segunda, Enric Gallego siguió reñido con el gol tras un buen servicio de Rubén García.

Al Espanyol se le enredó todavía más el partido con la expulsión de su portero por dos amarillas y la necesidad de colocar a un defensa como eventual entre los palos durante diez minutos. Osasuna ni le probó -solo tuvo que intervenir a un centro de Estupiñán-, las circunstancias tampoco requirieron mucho más esmero porque el Espanyol estaba desconcetado y sin alma. Osasuna sigue a lo suyo.

6

Las novedades en la alineación, mantener a Roncaglia en el lateral derecho y dar la titularidad a Barja por el extremo izquierdo, le salieron. Osasuna siempre lo tuvo claro.

4

Solo intentó entrar en el partido a partir de que Osasuna bajara su ritmo. Flojo en todas las líneas, incluso perdiendo, fue incapaz de generar algún tipo de reacción. Mala imagen.

5

No fue un partido complicado y estuvo asesorado por el VAR en la acción de la segunda amarilla a Diego López, una acción muy dudosa. Pitó un penalti contra el Espanyol.