Osasuna volvió y vaya si lo hizo. Los rojillos se marcaron un partidazo con una primera parte de escándalo y una segunda que acabó empinando el campo hacia la portería de Remiro. Osasuna no ganó por dos detalles o más bien centímetros.

Arrasate se marcó una lección táctica en la que fue su casa. Ya lo planteó en la Copa, pero ayer la jugada de los tres centrales le salió magnífica. Y sin Aridane. Han pasado tres meses desde el último encuentro y los rendimientos de entonces poco valen ahora. Y ahí el de Berriatua volvió a saber leer lo que necesitaba el equipo.

Y es que los rojillos habían ya conocido al rival en cinco ocasiones. Y en ninguna habían salido victoriosos en sensaciones, aunque sí en el resultado de algún amistoso. Pero esta vez aparecieron otros protagonistas como Adrián López, que se desenvolvió a la perfección detrás de Cardona. Sería un gran fichaje para esta postemporada y, además, se podría ganar una renovación de cara al año que viene. Adrián es diferente pero hasta ayer no había mostrado ese toque diferencial que ayer enseñó.

Pocos, o ninguno, podría pensar que después del empate y arreón local (lógico), Osasuna iba a acabar encerrando a su rival y con dos ocasiones clarísimas. Y eso sin agotar los cambios. Demostración de que los jugadores han cumplido en el confinamiento a rajatabla el trabajo que les mandó Sergi Pérez.

Un pasito más, un pasito menos. Osasuna tiene muy encaminada la salvación. Y más que estaría si Arnaiz o Brasanac consiguen meter una de esas dos del final. Pero no empaña el partidazo rojillo. Ahora toca descansar que el miércoles llega otro miura como el Atlético. Pero quién sabe a este nivel lo que puede pasar. Y lo que divierte a la rojez.