uperar esa larga evaluación que es el Campeonato con una permanencia cerrada con anticipación y sin agobios ya hacía a Osasuna acreedor al sobresaliente. Pero ponerle a esta temporada tan complicada la guinda de ganar en el Camp Nou disputando los veinte últimos minutos con un jugador menos le concede ya esa matrícula de honor de la que hablaba Arrasate en la víspera. Eso y los 51 puntos que a falta de una jornada atesoran los rojillos como botín extraordinario. Es cierto que el Barcelona no fue el más tenaz de los rivales y que no superó esa decadencia de la que ha sido víctima tras el confinamiento; ni el hecho de estar todavía en juego el título motivó a Messi y a su tropa, muy displicentes desde que saltaron al campo, controlando el balón, sí, pero sin aplicar al juego ni ritmo ni intensidad. Pero es que la estrategia diseñada por Arrasate respondió sin apenas hacer otras concesiones que no fueran faltas al borde del área. Recuperar la pelota y salir a toda pastilla era la segunda parte de un plan que salió redondo y que sus chicos siguieron al pie de la letra incluso cuando el envite andaba ya por el tiempo de prolongación.

Si el equipo es acreedor a la matrícula de honor, el entrenador merece un sobresaliente cum laude, no solo por esta victoria de prestigio sino por estas dos temporadas de éxitos. Ha impreso Arrasate a Osasuna un sello que lo hace reconocible; sin ningún tipo de complejos, no solo ha dado la cara en todos (o casi todos) los partidos, sino que ha mantenido un regularidad envidiable antes y después del parón. Dicho esto así, puede dar la impresión de que hubiera sido un camino de rosas, pero no hay que olvidar ese momento crítico de la temporada en el que la grave lesión de Chimy Ávila planteaba incógnitas en el horizonte ya que la influencia del argentino en los resultados era determinante. Pero también ese examen extra, esa prueba sin avisar, la aprobó Osasuna con el esfuerzo de la plantilla y la adaptación de futbolistas como Gallego y Arnaiz, que vinieron para aportar y vaya si lo han hecho. Visto lo visto y sumado lo sumado, habrá que aplaudir la gestión realizada en el capítulo de refuerzos por Braulio Vázquez. Al César lo que es del César y a Braulio que es de Braulio.

Celebrando lo anterior, la pregunta que deja colgada el partido de ayer es si Osasuna podrá jugar a lo mismo sin Pervis Estupiñán, una de las revelaciones de la Liga. Lo que aporta el ecuatoriano, su velocidad, el veneno que impregna al balón en todos los centros laterales, su derroche físico, hablan a día de hoy de un futbolista grande llamado a mayores empresas. Será difícil encontrar otro parecido en el mercado. Y este ha sido, como se vio ayer, un jugador que marca diferencias.

Pero tras la duda, la certeza. En pleno debate sobre la cantera, asomaron Barja y Torres para rematar una victoria histórica. El extremo es un ejemplo de superación, tanto por la paciencia que demostró mientras llegaba su debut, como por su espíritu de superación para reponerse a las lesiones que le han perseguido esta temporada. Y ¿qué decir de Roberto Torres que no se haya dicho? Siempre sometido a examen y siempre cerrando el curso con las mejores notas. Como este Osasuna, que podrá poner en su orla de este año la foto de una victoria histórica.