- La Liga a puerta cerrada le ha arrebatado a Osasuna la excitación, el entusiasmo y el calor añadidos con los que sus aficionados recompensan semejantes hazañas. Arrasate y los suyos están a punto de completar una temporada gloriosa, a la altura de las mejores en la máxima categoría, para la que habrá que confeccionar una lista meticulosa de calificativos.

La victoria en el campo del Barcelona, por la grandeza del escenario, la categoría del rival, la repercusión que genera cualquier suceso en el Camp Nou, señala y destaca en rojo a Osasuna en la radiografía de la última jornada de Liga y lo catapulta todavía más alto en su consideración final en el campeonato. Esta victoria inolvidable en el campo del Barcelona, porque entra en la historia del torneo y en las estadísticas de enfrentamientos entre ambos equipos, en las que el desequilibrio a favor de los blaugrana es más que apreciable, pareció descubrir para algunos las características de este Osasuna que es más que ilusión, intensidad y sacrificio. A este equipo le gusta el balón, porque sabe qué hacer con él.

Quizás el parón por la pandemia le puso sordina a todo lo bueno hecho hasta el mes de marzo, con la permanencia más que adelantada, con una trayectoria como local envidiable -31 encuentros consecutivos sin perder- y unas señas de identidad apreciables en el equipo, con la ambición por bandera, que va más allá de la garra o el temperamento y que tiene que ver con una interpretación solidaria y equilibrada del juego.

El retorno tras la vigilia de la competición en junio, con once encuentros por delante, ha lanzado sin embargo a Osasuna a un final de campeonato desbocado, en el que se ha comportado como uno de los equipos más en forma, pese a las lagunas en un par de las citas, contra Atlético de Madrid (0-5) y Betis (3-0), en donde no salieron las cosas ni se estuvo en el tono competitivo de casi siempre.

Los rojillos suman en los diez encuentros finales del campeonato, en estos de la Liga post covid, 17 puntos, los correspondientes a cinco victorias y dos empates. Osasuna es el sexto de esta miniliga a la que le queda solo un partido. Solo los dos equipos que han estado luchando por el título de Liga y tres que han pugnado por los puestos de Liga de Campeones han logrado mejores registros que el equipo de Arrasate en esta decena de compromisos.

En este gran comportamiento -la actitud- y rendimiento -los resultados-, destacable está siendo también el tono físico que están demostrando los jugadores. Los rojillos están concluyendo esta Liga extraña, con un prolongado parón que obligó a realizar una pretemporada entre abril y mayo, en un estado excepcional que se nota en los tramos finales de los encuentros, cuando sus rivales quizás no andan tan frescos o, simplemente, la exigencia del partido reclama más esfuerzos.

Arrasate, el gran hacedor de este Osasuna, se encuentra a tan solo tres puntos, una victoria, de igualar uno de los mejores registros de la historia del club en Primera durante este siglo -el escenario más próximo en el que hay que mirar-. Los 54 puntos, que se presentan como un bonito broche final en el caso de obtener una victoria ante el Mallorca, supondría empatar la cifra que consiguió José Luis Mendilibar en la temporada 2011-12. Los guarismos de Javier Aguirre en la campaña 2005-06, 68 puntos, son palabras mayores porque correspondieron a la mejor Liga de la historia, con clasificación para la previa de la Liga de Campeones y participación posterior en la entonces UEFA. Este año, las cosas como son y al margen de la conveniencia o no de la situación para este equipo en formación y novato en Primera, solo ha faltado un suspiro para que la pelea por una plaza de competición europea no se hubiera convertido en una realidad.