A principios de los años ochenta, las grandes compañías observaron en el fútbol un magnífico canal para llegar al consumidor y los clubes detectaron una ocasión pintiparada para engordar sus ingresos. Comenzaba a ser frecuente que los equipos lucieran publicidad en unas camisetas en las que hasta entonces el único distintivo era el escudo. El asunto se puso también sobre la mesa de Osasuna. El 13 de agosto de 1982, El Mundo Deportivo daba cuenta de que la junta directiva había acordado no portar publicidad en la equipación. "Haría falta convocar una asamblea extraordinaria a fin de que los socios fueran, en último término, los que decidieran", exponía el gerente, Javier Zabaleta.