Osasuna guarda un mal recuerdo de su última visita al Sánchez Pizjuán porque la derrota ante el Sevilla llegó en el minuto 93 de partido, después de un ejercicio de fe espectacular que le hizo igualar dos goles en contra (2-0) con un jugador menos. El típico encuentro en el filo de la navaja tan en e estilo del estadio sevillista, donde a Osasuna le ha pasado de casi todo.

En el último partido de Liga allí -en el pasado mes de marzo, también la última salida con público en las gradas incluida una representación de aficionados rojillos-, a Sergio Herrera le expulsaron en el minuto 54 por haber cortado el balón con la mano en una jugada de ataque del equipo local. La roja del meta rojillo -el árbitro era Del Cerro Grande- llegó tras una larga deliberación de cinco minutos, con el VAR como ayudante desde arriba -Iglesias Villanueva se encargaba del artilugio-, pero veredicto final por parte del colegiado de a pie, que tuvo que acudir hasta la banda para mirar la jugada en el vídeo a pie de campo.

Osasuna hizo un partido de sensaciones encontradas, con un primer tiempo para olvidar y una reanimación general a partir de encontrarse en el césped con un hombre menos. En-Nesyri marcó el primer gol al poco de empezar el partido, a los trece minutos, y en el descuento de la primera parte Lucas Ocampos -un atacante multiusos que anda lo mismo por la banda que por el centro- puso el segundo tanto en el marcador y parecía abrir una brecha insalvable.

El exorcismo de la expulsión de Sergio Herrera a los 54 minutos hizo que Osasuna iniciara una sorprendente reactivación. Aridane marcó de cabeza en el minuto 64 tras una falta sacada por Roberto Torres y el propio centrocampista empató en el minuto 74 al trasformar un penalti, cometido sobre él mismo, y también tras bendición en el VAR.

A Osasuna, que había concedido mucho en el marcador, también en los efectivos -uno menos- sobre el terreno de juego, se le hizo larguísimo el partido -el árbitro añadió ocho minutos de tiempo suplementario entre revisiones por el videoarbitraje y demás cosas- y pese a su honorable esfuerzo y cuando todo parecía terminado, en una jugada embarullada, En-Nesyri volvió a emerger del caos y finiquitó el encuentro. Un cruel final en un día en el que el coraje de Osasuna casi hace olvidar un discreto encuentro.

Mañana habrá que correr lo mismo, mejor con los once, pero no dar ninguna ventaja.