Osasuna encadena dos derrotas consecutivas con tintes muy parecidos. Incluso, contra el Sevilla, de manera más drástica. Los rojillos hicieron un muy buen partido en el Sánchez Pizjuán y se fueron de vacío por un error en un penalti infantil, como el que hizo la semana pasada Roncaglia, que cometió Moncayola.

La derrota de Osasuna ayer en Sevilla se puede catalogar como injusta. Nadie iría desencaminado si opta por esa opción. Los rojillos jugaron bien, pero no tuvieron mordiente en el área y, además, regalaron un penalti al Sevilla. Así es complicado.

Y es que en una jugada sin peligro, Moncayola, que se estaba marcando un partido lleno de solidez, arraso a Ocampos sin venir muy a cuento, aunque con la clara exageración del argentino. Nunca sabremos si ese penalti se lo habrían pitado a otros, lo de siempre. Herrera paró, pero el VAR le dijo al árbitro que Sergio se adelantó y tocó repetirlo. Ahí ya no falló el sevillista.

Esa fue toda la producción ofensiva de un equipo de Champions. Los pupilos de Jagoba Arrasate fueron un dolor de cabeza sin balón para los locales. Con él en los pies, estuvieron vivaces hasta llegar a los tres cuartos rivales. Ahí, donde se juegan las habichuelas, Jony fue el más clarividente, pero sus certeros centros no encontraron un rematador que estuviese tan acertado.

No lo tenían fácil ambos delanteros con la imponente zaga sevillista, pero también hay que decir que no cejaron en su empeño. La idea del partido estaba clara para Osasuna, buscar al Sevilla en su campo para intentar robar cerca del área contraria y, sino, buscar balón largo para que lo bajasen los delanteros.

Como dijo Jagoba al acabar el encuentro, Osasuna tiene que ser más listo. El camino está marcado, pero estos errores son piedras grandes que impiden avance de un equipo que sigue teniendo una identidad clara. Toca seguir, pero sin errores, porque así es difícil ganar.