Pocas excusas, o más bien ninguna, se pueden poner a la goleada que encajó ayer Osasuna en el Camp Nou (4-0), la más abultada que ha recibido el conjunto navarro en lo poco que va de temporada y la segunda peor que le infligen desde que Jagoba Arrasate ocupa su banquillo desde hace ya más de dos cursos (solo superada por el 0-5 que le endosó el Atlético en El Sadar el curso pasado). Pero resulta preciso destacar que el Barça abrió ayer el marcador con un primer gol que llegó con polémica, porque Braithwaite marcó el 1-0 poco antes de que se cumpliera el minuto 30 sin que nadie en la sala VOR apreciara en la revisión de la jugada por parte del VAR dos posibles faltas previas al tanto: una del propio autor de la diana sobre Sergio Herrera y otra de Messi a Oier.

La acción que derivó en el primer tanto del equipo catalán nació de un genial pase de Messi a la espalda de la zaga rojilla y continuó con una mala defensa de Osasuna. Porque a Jordi Alba le dio tiempo a alcanzar la línea de fondo aprovechando la ventaja propiciada por la calidad del argentino en su servicio y asistir a un Coutinho sin oposición alguna dentro del área pequeña. Sergio Herrera acertó a despejar el remate del brasileño e hizo lo propio con el siguiente, obra de Braithwiate y también a bocajarro. La cuestión es que el danés siguió avanzando y volvió a tocar el balón, pero también impactó con el portero, que se quejó del golpe. La pelota, con suspense, siguió el camino del gol ante la atenta mirada de Messi, tentado de empujar el cuero con su mano izquierda mientras con la derecha se apoyaba en el rostro de Oier, que nada pudo hacer por impedir el tanto del Barcelona.

El árbitro del encuentro, Antonio Mateu Lahoz, dio validez a la diana de inmediato, aunque hubo suspense porque atendió las indicaciones que le llegaron desde la sala VOR mientras contenía las protestas de los jugadores de Osasuna y también las del entrenador del Barça, un Ronald Koeman que no entendía qué estaba sucediendo. Pero el colegiado no reculó. El Barcelona se adelantó y el partido siguió. Lo que ocurrió después fue una debacle rojillo que terminó con una goleada que incluso pudo ser más abultada.