Tras encadenar cuatro empates ligueros de forma consecutiva (2-2 en Elche, 1-1 con el Alavés en El Sadar, 1-1 con la Real a domicilio y el 0-0 del pasado sábado con el Real Madrid en Pamplona), la racha de Osasuna sin perder en la Liga se quebró este martes con la derrota en Granada (2-0) en la recuperación del partido aplazado correspondiente a la cuarta jornada del campeonato. Por contra, el cuadro rojillo igualó el segundo peor registro de su historia de jornadas seguidas sin conocer el triunfo en Primera División, porque acumula 12 encuentros sin vencer, cifra que ya alcanzó en los cursos 2000-2001 (con Miguel Ángel Lotina en el banquillo) y 2004-2005 (con el mexicano Javier Aguirre de entrenador), mientras que todavía está lejos de los 21 de la 2016-2017 (con tres técnicos diferentes: Martín, Caparrós y Vasiljevic).

Osasuna vive su peor momento desde que Jagoba Arrasate fichara hace ya dos temporadas y media como preparador del conjunto navarro, con el que ascendió a la máxima categoría en su primera campaña y con el que se mantuvo con relativa holgura en la segunda. Sin embargo, en la tercera, pese a las sensaciones de recuperación que había transmitido el equipo en las últimas jornadas, la imagen que ofreció ayer en el Nuevo Los Cármenes está muy alejada de la que necesitan los rojillos para enmendar su complicada situación clasificatoria. Y es que, a un partido de abrochar la primera vuelta del campeonato, Osasuna es penúltimo con 15 puntos y a 3 de la permanencia, por lo que va a precisar de una reacción en la segunda parte de la competición.

Han pasado casi tres meses desde que el conjunto navarro se apuntara su última victoria en Liga -data del 24 de octubre, fecha del centenario del club, cuando derrotó al Athletic en El Sadar (1-0) merced a un gol de penalti de Rubén García- y, sin contar los triunfos coperos contra el Tomares en Sevilla (0-6) y en Olot (0-3) ante rivales de muy inferior categoría, lo cierto es que Osasuna solo ha ganado 3 de los 18 duelos ligueros que ha disputado hasta la fecha, una producción muy escasa para el cada vez más complicado reto de la permanencia.