Bueno, lo primero disculpas por el recurso literario del titular, pero es que había ganas de escribir buenas noticias. No tantas como para recorrerse la banda cual Usain Bolt como hizo Jagoba, pero sí se ansiaba estar contento.

Y obviando la broma con el nombre del protagonista del día, Budimir, el partido ante el Granada debe ser un punto de inflexión para Osasuna en muchos sentidos. En el primero, lógicamente, en el clasificatorio. Los rojillos salen del descenso y eso tras varios meses ahí metidos es un soplo de aire fresco brutal. El segundo, en el fondo de armario. En El Sadar aparecieron dos nombres que parecen claros como líderes de la revolución: Kike Barja y Ante Budimir. El croata, cerca del área, tiene el gol como religión y eso en un equipo como el rojillo es oro; el extremo de Noáin, por su parte, ya llevaba semanas en Copa llamando la atención. El centro del segundo gol es canela en rama.

Teniendo en cuenta las adversidades que ha pasado Osasuna (consideramos adversidades problemas reales, no penas de cada uno), el equipo se encuentra fuera del descenso y con la flechita para arriba. En El Sadar se plantó un buen equipo y salió escaldado. Victoria justa (aunque algunos quieran negarlo no vaya a ser que se les desmonte la cortina de humo) y, especialmente, una consolidación en el cambio de tendencia que el equipo ya venía apuntando semanas atrás.

Como en todos los partidos, algo negativo tiene que haber. La lesión de Jony deja al equipo sin uno de los hombres llamados a ser importante. Y lo hace cuando apenas salía de otra. La imagen del extremo llorando amargamente mientras Alkiza trata de consolarle revela una importante frustración mental del chaval. Ánimo y paciencia, no queda otra.

Otro de los aspectos en lo que la victoria debe suponer un antes y un después es en el aspecto mental. Osasuna cargaba con demasiada presión mental por la horrenda dinámica.

Del VAR solamente voy a decir una cosa: la herramienta es perfecta. El problema es quién y cómo se usa. A Germán el golpe de Calleri le debió de llegar con retardo, por eso se tiró tres segundos más tarde. El problema es que a cámara lenta todo parece más voluble. Y luego que si quienes están en la Sala a la semana siguiente están en el césped, mal vamos. El cuerpo arbitral del VAR debería estar separado del de los colegiados de campo. Pero bueno, eso parece una batalla perdida. Como la de Osasuna con los árbitros.