Osasuna se topó con uno de los miembros destacados del club de la otra Liga, la de los grandes, la de las plantillas de lujo, y chocó contra un rival prácticamente inaccesible, con calidad y músculo a raudales, que le impidió cumplir cualquier plan.

Un inicio esperanzador, unos instantes de un Osasuna a toda pastilla, del tradicional conjunto valiente y luchador que cantaba en el himno, fue anulado paulatinamente por un contrincante mejor, el Sevilla, que desde el balón comenzó el mando y con la efectividad en el área de los rojillos remató la faena. Esforzado y muy honesto en su búsqueda de la portería contraria, a Osasuna no es que le cerraran todos los caminos para llegar hasta ella, sino que directamente se abalanzó contra un muro.

Sólo el cabezazo estrellado en el poste por Oier quedó registrado como único remate digno entre los tres palos. Bono, el portero sevillista, vivió otro día tranquilo en la Liga gracias al batallón que forma delante de él, que acumulan barrera sobre barrera, esfuerzo sobre esfuerzo, y que recortan y liman cada metro a sus rivales. Un Osasuna fantástico en el juego aéreo se vio ayer inhabilitado por un rival insuperable en esa faceta. Una de las virtudes del Sevilla es apagar las del rival y los rojillos lo notaron.A pesar de la derrota, Osasuna no dejó de mostrar ayer las señales de su costosa recuperación y, a pesar de los duros golpes que supusieron los goles, especialmente el segundo, al poco de la reanudación del partido, el equipo de Arrasate se mostró correcto con el balón y con un aire distinto al de hace solo unas semanas.

Es en lo que se tiene que refugiar un equipo cuando sabe que la tarea de la temporada está en otra parte, mientras contempla cómo su rival va sacando para refrescar el partido a Rakitic o a su máximo goleador, En-Nesyri, o a su último fichaje estrella, Papu Gómez. La guerra de Osasuna está en otro lugar y en días como ayer queda demostrado.

La cita se presentaba como un reto exigente. Osasuna entró en el partido como un vendaval y el Sevilla le puso temple y acierto para redirigir el viento que le sopló en contra durante unos lances. La tormenta de los rojillos llegó por la presión asfixiante que a los tres minutos, con el conjunto andaluz arrinconado, propició que Oier rematara de cabeza al palo. Seda y martillo, así fue el Sevilla que decidió cambiar el curso del encuentro y que llevó el asunto hasta las últimas consecuencias. Los hombres de Lopetegui amasaron el balón, le bajaron las revoluciones a Osasuna y sacaron la batuta. Munir apareció entonces en un par de oportunidades por su banda izquierda para crear alguna preocupación. Los rojillos llevaban un rato corriendo detrás de la pelota cuando Diego Carlos agarró en un córner para marcar un cabezazo en el área pequeña. Fue el ejemplo perfecto de un equipo equilibrado, estupendo con la pelota, y con el fútbol de siempre, el del balón parado, vibrando en el móvil como recordatorio, como una buena solución.

Osasuna, sorprendido, soportó bien el mazazo y no estuvo mal, es decir, rendido ante los acontecimientos, tras el gol en contra. Tuvo su cuota de personalidad con la pelota y jugó siempre que pudo en el campo del Sevilla. Solo le faltó conexión en los últimos metros para crear ocasiones de verdad. No había tanta diferencia a pesar de que el marcador no era lo más feliz, pero era necesaria más chispa para hacer saltar por los aires a semejante rival pétreo.

Con voluntad de engancharse al partido regresó Osasuna al terreno de juego tras el descanso y con la misma puesta en escena pretendió recortar distancias. No hubo tiempo para entrar de nuevo en la faena porque el Sevilla también estaba a lo suyo, tirando de su manual de instrucciones. Y a los cuatro minutos de la reanudación ofreció una nueva entrega de sus habilidades. Fernando se zampó a dos de los medios de Osasuna, Torró y Oier, y tras lucir la garra siguió con la seda. Munir se encontró con un pase excelente para proseguir con sus andanzas por la banda derecha de los rojillos y su centro al área fue remitido a la red por De Jong, enredado en la acción con Aridane. A Osasuna le había crecido una montaña en un instante.

Arrasate quiso incidir en el partido con cambios de jugadores y de sistema, pero el entusiasmo de Osasuna no fue suficiente para inquietar al Sevilla. La aparición de Calleri junto a Budimir, dos delanteros, tampoco alteró el panorama, y el partido se fue marchando entre centros rechazados por los defensas, remates fuera del atacante argentino e intentonas desde lejos de Roberto Torres que, con más de una hora de partido cumplida, obligaron entonces a Bono a parar un tiro. El único. Aún el Sevilla rozó un nuevo gol, por mediación de Papu Gómez, que había saltado al campo en la reactivación del Sevilla a base de los fichajes de relumbrón de un equipo que anda en la zona selecta de la Liga, que a este Osasuna le pilla lejos. Que está a otras cosas.

4

Sin completar un mal partido, a Osasuna no le alcanzó para plantarle cara al Sevilla en condiciones. Los cambios no animaron el partido.

7

El Sevilla sólo fue inferior a Osasuna en los tres minutos iniciales, después, mandó en el encuentro con habilidad y contundencia. Superior.

4

Mal en la señalización de las faltas, demasiado quisquilloso en algunas de ellas, y peor a la hora de mostrar las tarjetas. Muy flojo.