Paso de gigante de Osasuna para sellar cuanto antes la permanencia. Una salvación en un año complicadísima, con un mal inicio y con la importante baja de un jugador importante como es el público. Y se logró gracias a romper la racha de sequía goleadora y, también, por los vuelos de su portero: Sergio Herrera.

Y es que seguramente muchos titulares vayan por los golazos de Moncayola o Budimir, que lo son. Pero la aparición del portero de Miranda de Ebro fue un escándalo. Sus intervenciones desde su vuelta del confinamiento están siendo un espectáculo, pero en Villarreal se coronó. Con sus defectos, que los tiene, Herrera está en el mejor momento desde que llegó a Primera y ya ha dejado claro que es portero de Primera. ¿Para más? Pues seguramente dependa de su capacidad de controlar ese punto de locura que a veces le juega malas pasadas.

Aunque claro, para ganar hay que marcar y no solo vale con el portero. Y últimamente a Osasuna le estaba costando un poquillo el tema de meterla en la portería. Moncayola y Budimir lograron romper la maldición, pero todo viene de unas jugadas previas.

La de Moncayola llega tras un centro de Manu Sánchez. El joven canterano del Atlético de Madrid es un buen arma ofensiva. Lleva tres asistencias (una previa a su cesión) de gol, algo que para un lateral dice mucho. Luego llegó Moncayola y la clavó de volea donde quiso. Después del partido se montaron debates varios sobre su cláusula. La única realidad es que un jugador por ese talento vale mucho más de 12 millones, así que es una golosina para cualquier equipo con suficiente capacidad económica. Y no hay pocos.

Después Osasuna se autoempató en una jugada bastante rara. Pero poco después marcó...¡de corner! No está muy activo el equipo rojillo en las jugadas a balón parado, pero en La Cerámica fue el golpe definitivo. Un golpe que comenzó a gestarse poco antes, cuando Torró lanzó un misil desde el medio campo directo a la escuadra local. Asenjo tuvo que mandar el balón a saque de esquina. Y ahí sacó Rubén y saltó Budimir. Lo demás seguro que se lo saben ya.

Y así se gestó el golpe casi definitivo a la salvación. Un Osasuna ambicioso que se reconcilió consigo mismo tras tres partidos un poco alejado de su estilo. Tres puntos y muchos más de confianza.