La permanencia matemática surge para Osasuna en el horizonte inmediato de este fin de semana. El rendimiento sobresaliente en las tres últimas jornadas, con tres victorias, unido a otros cuatro empates consecutivos -es decir, los rojillos llevan sumados 13 puntos seguidos-, ha hecho que se haya adelantado tanto el trabajo que, a seis jornadas para la conclusión del campeonato, el conjunto navarro se pueda permitir el lujo de hacer la primera cuenta para certificar con números lo inevitable, la presencia la próxima campaña entre los grandes de la Liga.

Tres circunstancias se deben producir para que mañana haya una permanencia con tanto adelanto. El Elche -penúltimo, 27 puntos-, que recibe esta tarde al Levante (14.00 horas), deberá perder con el conjunto valenciano. Mañana (14.00), el Huesca -antepenúltimo, 27 puntos-, tendrá que sufrir también una derrota en su estadio con el Getafe. Con estos requisitos previos -en absoluto imposibles-, Osasuna (40 puntos) saltaría al terreno de juego de Balaídos el domingo (18.30) sabiendo que una victoria le dará la permanencia matemática. Un reto, un estímulo todavía mayor ante un contrincante como el Celta (38 puntos) que pelea por un final de curso tranquilo.

Si se dan los tres resultados anteriores, Osasuna llegaría a los 43 puntos y Elche y Huesca se quedarían con 27, una diferencia de 16 cuando quedarán cinco jornadas en juego, es decir, quince puntos por disputarse. Fin de la historia con las cifras en la mano.

Al margen de que este cruce favorable de circunstancias se pueda producir, ya resulta sobresaliente que Osasuna esté en disposición de plantearse con tanta antelación la salvación matemática en Primera. Pasar de estar en la primera vuelta con 16 puntos en 19 partidos, penúltimo de la clasificación entonces, a trece partidos después tener 24 puntos más, habla de una reacción espectacular que, por cómo ha sido el desarrollo de la competición no exento de dificultades, expone sobre todo constancia y trabajo bien hecho.