e un tiempo a esta parte, si el aficionado analiza las declaraciones de los futbolistas de Osasuna habrá detectado la reiteración de ese mensaje en el que manifiestan su deseo de seguir en el club. Lo mismo los cedidos que quienes acaban contrato. Supongo que esa impresión compartida algo tendrá que ver con el criterio de Aridane, quien en las páginas de este periódico valoraba que "jugar en Osasuna es calidad de vida". El ambiente del vestuario y el que propicia la afición (unido, claro, al que traen de añadido los buenos resultados) ofrecen un entorno seguro. Jagoba Arrasate sabe todo lo anterior y trata de sacar un beneficio ahora que la necesidad de puntos no agarrota las piernas y espera un tramo final de temporada que puede invitar al relajamiento y la pachanga. En su intervención del sábado, el entrenador vino a anunciar, con otras palabras, que muchos futbolistas se enfrentan a un examen de fin de curso, sobre todo aquellos que menos han intervenido o con asuntos contractuales pendientes de revisión. Y dicho y hecho, compuso en Vigo una alineación en la que cambió la defensa de cabo a rabo. Sin ningún ánimo de tirar el partido, como ya demostró con los cambios de la segunda parte, en los que conjugaba los dos objetivos: puntuar y seguir viendo a futbolistas como Manu Sánchez, Jony y Gallego, además de analizar el proceso de recuperación de Chimy, del que dependerá la nómina de delanteros de la próxima temporada.

Todo el mundo quiere quedarse, pero es necesario renovar y abrir espacios a la cantera. A Budimir le gustaría permanecer en Pamplona y ya ha acreditado que es delantero competente y con gol. Manu Sánchez, un lateral con una proyección tremenda y que ayer revolucionó el partido en la segunda parte, ve que un año más lejos de Madrid le garantiza minutos y crecimiento. Late también en el ambiente la posibilidad de dar otra oportunidad a Jony, ya que el cuerpo técnico cree que las lesiones y los parones no le han permitido sacar al futbolista que lleva adentro. El examen de ayer, sin embargo, se salda una vez más con otro tiene que mejorar como calificación. En cuanto a Ramalho, ayer cuajó una buena segunda mitad, en la que llamó la atención su velocidad en ataque, más todavía tratándose de un jugador con muy pocos minutos en el campo en este curso. ¿Y Calleri? El argentino es quien más énfasis ha puesto en su deseo de asentarse en Osasuna y parar esa vida de trotamundos a la que le obliga cada año (o cada seis meses) la empresa propietaria de sus servicios. En el caso de Calleri es sintomático que no haya intervenido ni un solo minuto en dos de los tres últimos partidos pese a estar en condiciones óptimas. ¿Quiere esto decir algo respecto a las intenciones del club?

Osasuna tiene el tiempo (y los puntos) a su favor para ir afinando en la composición de la plantilla de la próxima temporada. Y también argumentos más allá de los económicos para convencer de que es un buen destino para los futbolistas que busquen un equipo en el que prosperar y sentirse como en casa, siempre que demuestren su compromiso. No hace falta que besen el escudo. Solo que respeten a la camiseta y a la afición.