Es fácil imaginar las caras de asombro de los presentes cuando Pepe Huici (periodista de El Pueblo Navarro y escribiente de secretaría del Instituto de Pamplona) puso sobre la mesa la propuesta de nombre para el nuevo club que habían rastreado varias personas del grupo. Jokintxo Ilundáin recreaba con divertidos detalles en sus crónicas periodísticas ese momento -puede decirse que de estupor- en el que suena por primera vez el apelativo de Osasuna. Lo habitual hasta ese mes de octubre de 1920 era inspirarse en la denominación de la ciudad o en términos ingleses como Racing, Puching..., o en neologismos como Sportiva. No faltaba la sensibilidad con el euskera (Iruña, Amaya...), pero ¿bautizar al equipo Osasuna? ¡A quién se le ocurre!

De la pluma de Jokintxo queda el relato de aquella defensa con escudo y espada de la apuesta consensuada frente a quienes alegaban que podían ser tomados a broma por la confusión con Urtasuna, la Cooperativa de lechería que tenía un kiosco “a la entrada de la Plaza del Castillo por el Paseo de Valencia” y que se había clausurado por fracaso del negocio.

El diálogo que reproduce con los críticos es el siguiente:

-¡Pero si no sabe nadie lo que es eso de Osasuna!

-Pues ya lo sabrán.

-Pero si no van a saber escribirlo fuera de Pamplona.

-Ya se acostumbrarán. Todo está en que se juegue bien y se logre un buen equipo. Si eso se logra, hasta en Jaén y La Coruña se hablará de Osasuna.

Si buceamos en el océano de material de las hemerotecas colgado en la red, el término osasuna aparece antes de 1920, y lógicamente, en artículos de periódicos que incluyen textos en euskera que nada tienen que ver con el deporte. Es una palabra de uso corriente entre vascoparlantes, nada más. Los promotores del club no recibieron, por tanto, el impacto de un término de moda o de uso extendido; al contrario, Osasuna cobraba personalidad en Pamplona como reflejo y plasmación de una filosofía del deporte (en este caso como actividad saludable) que impregnaba entonces a buena parte de los fundadores. El nombre adoptado, por tanto, tenía un cien por cien de originalidad. O no.

El Debate fue un periódico de corte conservador y católico editado en Madrid entre 1910 y 1936. En octubre de 1917 encontramos con sorpresa -para los osasunistas al menos- en una página cargada de sueltos publicitarios el anuncio de la pomada Osasuna. Dice el texto que reproducimos en estas mismas páginas: “OSASUNA Todo grano, tumor, úlcera, llaga o herida, por malignos y rebeldes que sean, se curan con la pomada Osasuna, que calma el dolor, activa la supuración, destruye la carne viciosa y cicatriza rápidamente. Precio: 2 pesetas; por correo 2,50. A. de Goicoechea, Sama de Langreo (Oviedo)”.

Quienes asistieron a aquellas reuniones previas en el café Kutz nunca pusieron sobre la mesa, que sepamos, la existencia de la referida pomada con una fórmula casi milagrosa, ni para que desistieran los promotores del nombre, porque ya había controversia por la similitud con Urtasuna, la lechería, o con Ostasuna (orgullo), otro término que tuvo que matizar Huici para evitar confusiones.

Resultaría curioso que después de dar tantas explicaciones sobre el origen, sobre quién apadrinó la idea primigenia, a alguien le hubiera gustado la marca de la pomada que anunciaba El Debate -y que en esas misma fechas no aparece en ningún otro periódico conservado en las hemerotecas digitales- y la adoptara para la naciente entidad. No parece que sea el caso.

Al hilo de esta curiosidad, hay que señalar que hoy no sería sencillo colocar a un producto el nombre de Osasuna para un uso comercial. El club tiene registrada la propiedad de su denominación y de otros conceptos asociados como El Sadar, 1920, Rojillo... Sacar al mercado un producto con la misma denominación implica el pago de royaltis al club cuya cuantía es proporcional al impacto del producto y la estimación de las ventas.

marca comercial

Sidra y también jabón

De la pomada poco más rastro queda que el ya citado anuncio, que tuvo corto recorrido en la prensa. Sin embargo, bien por casualidad o porque el equipo de fútbol fue adquiriendo resonancia más allá de las fronteras de Navarra, la denominación comienza a aparecer como gancho de mercado para posibles consumidores. Una de las de más difusión guarda relación con el consumo de sidra.

En junio de 1924, cuando el club tiene poco más de tres años de vida, la revista Castilla Gráfica publica el siguiente anuncio: “Pedid las sidras Osasuna, Elcano y Pelotari”. El origen de este licor es posible que estuviera en la localidad guipuzcoana de Usurbil, a tenor de la etiqueta de la botella que reproducimos en la página y que, como curiosidad, se vende al precio de 40 euros en un portal de coleccionismo de internet.

Posiblemente con el mismo sello de procedencia en su elaboración, la edición de marzo de 1926 de la revista de La Unión Mercantil, de Bilbao, lleva impreso el siguiente anuncio: “Las mejores sidras y chacolí achampanado. Marcas Osasuna, Pelotari y San Esteban. De venta en los comercios más importantes. Representante en Bilbao: Tiburcio Azconovieta”. El citado Azconovita es un agente que trabaja también con otros productos como la harina y que abarca diferentes puntos del Estado, según las referencias de prensa.

Así las cosas, mucho antes de que Osasuna haga su primera visita a Córdoba, el nombre ya es conocido en la provincia. En mayo de 1924, el diario cordobés La Voz publica: “Sidra champán. Se siguen expediendo a precios de propaganda las excelentes marcas Elcano y Osasuna, a 2,10 (pesetas) y Faja Azul, a 1,85, garantizando su buena calidad. Se sirven a domicilio y facturan por cajas de 12 botellas”.

De tiempos más cercanos hay referencias a la marca de naranjas Osasuna y, en nuestro entorno, Transportes Osasuna. Pero volviendo a los primeros pasos del club, queda para el final la aplicación del nombre a tareas más domésticas. “Lavar con jabón OSASUNA. De venta en todos los ultramarinos”. Tan eficaz como una buena pomada.