Osasuna coge carrerilla a costa del Cádiz (2-0)

Osasuna ha iniciado la temporada lanzado porque dos victorias consecutivas en las dos primeras jornadas, incluso entrando en esta feliz ecuación como favorable el factor campo, es inusual para los rojillos, y casi para todos los equipos de la Liga. Frente al Cádiz se mantuvo la determinación del primer partido y se supo hacer frente a un rival que exigía registros distintos, que opuso una resistencia considerable hasta que se quebró porque el conjunto de Arrasate le empujó a ello. Los rojillos, convencidos para este curso de la importancia del papel de local, supieron rondar el área hasta poner al borde del precipicio a la defensa amarilla. Primero fue el portero quien derribó a Budimir en el área y después, en el segundo tiempo, fue un central quien quiso zanjar el alboroto que le estaba creando Kike García con un agarrón zafio y de mucho cante. Dos penaltis, dos goles y fin de la película.

Osasuna le ha cogido el aire a este principio de campeonato y más allá del modo de la victoria, esta vez con dos penaltis indiscutibles frente al Cádiz, la confianza que trasmite el equipo, el guion con el que afronta los partidos, resultan igual de concluyentes además de esperanzadores. Si uno de los objetivos era recuperar el poderío del viejo Sadar, por el momento la consecución de la meta se enfila viento en popa.

No cabe duda de que a Osasuna le queda un largo trecho de mejora, pero también es indiscutible que el entrenador ha dado con la tecla del equipo. La base de las alineaciones de otras temporadas se sabe el libreto de memoria y las aportaciones de los nuevos, Aimar Oroz, Moi Gómez y Rubén Peña, le están ofreciendo una dimensión nueva al grupo. Tras señales positivas en el encuentro inaugural ante el Sevilla, el segundo fue el de la certificación. Osasuna ha subido peldaños en cuanto a calidad y poderío con el balón bajo su mando y eso se demuestra en encuentros a veces no muy claros, como el que sostuvo durante algunos minutos con su rival, con menos clarividencia en cuanto a ocasiones. El Cádiz, de todos modos, regresa para casa con unos cuantos mensajes evidentes y lecciones para repasar: si se cometen dos penaltis se suele perder, si se fallan ocasiones clarísimas se suele caer, con un jugador menos fuera de casa es más que difícil ganar.

Osasuna empezó el partido con la marcha del primer partido de Liga interiorizada pero el Cádiz supo equilibrar este ímpetu floreciente. El conjunto andaluz estuvo bien defendiéndose y planteó una seria pugna a partir de que se cruzaba el centro del campo. Esto redundó en que la insistencia de Osasuna no fue sinónimo de claridad en las llegadas, en la calidad de la generación de opciones, que fueron casi ninguna. También el menor protagonismo con balón de Moi Gómez y Aimar Oroz le quitó al equipo de Arrasate claridad en el último tercio del campo.

El Cádiz tuvo su ocasión a los quince minutos, en un ataque bien construido y mal terminado por Diarra. Entre las virtudes de Osasuna está sostenerse en el papel sea cual sea la situación y se mantuvo más cerca del área de su rival que recogido en la suya. Una jugada por la banda de Budimir casi desemboca en un gol en propia puerta de un defensa amarillo y, diez minutos más tarde, nuevamente el delantero croata fue el aguafiestas porque supo aprovecharse de un pase al hueco y obligar a una salida desesperada al portero. Ledesma segó al atacante y no hubo nada que discutir. Chimy no fue generoso, no cedió el lanzamiento como en la primera jornada, y se apuntó al penalti. A marcarlo sin discusión.

En los cinco minutos iniciales de la reanudación, estuvo a punto de saltar el partido por los aires, hacia un lado y hacia el otro. Ledesma movió su corpachón como si no hubiera gravedad para desviar un cabezazo de Budimir que se iba para el fondo de la portería; y un minuto más tarde, Lucas Pérez falló un gol clarísimo a pocos metros de la meta, sin oposición, sin nadie que le tosiera. Un sonrojo para un delantero. La sentencia para su equipo.

El encuentro se quedó abierto, sin cerrar todavía, con un Aimar Oroz cada vez más emergente y sólido para darle salida a la pelota, y un Osasuna que no sufría en absoluto. A los dos soponcios del inicio del segundo tiempo, llegaron otros dos seguidos también sin recompensa en cada lado del campo. A Rubén García, que cumplía sus primeros minutos como rojillo, se le echó encima un defensa en una carrera franca hacia la puerta que acabó en un remate flojo fuera cuando todo enfocaba al gol. El otro Rubén de Osasuna, Peña, fue el salvador para su equipo cuando le arrebató la pelota a Lozano en plena llegada ante Sergio Herrera. El esprint del lateral le acabó llevando al cambio por el golpe que se dio.

El Cádiz insistió en cavarse el pozo quedándose con un hombre menos por la insensatez de Alarcón, que con una amarilla en su expediente decidió soltar la pierna a pasear sin posibilidad de jugar el balón. Osasuna insistió en su asedio y en medio de ello se cobró otro penalti. Esta vez el balón mal defendido se convirtió en un regalo envenenado en el que un pívot como Kike García le comió la zona a su par, el central Chust, que tuvo que optar por un agarrón exagerado. El ariete se encargó de anotar el penalti y de cerrar el partido. La segunda victoria seguida. El camino de El Sadar enfilado.