Todo mal. Era una frase recurrente al salir de El Sadar a primera hora de la tarde del domingo. La mezcla de mala leche, algo de aburrimiento, frustración, y de bofetada de realidad se entremezclaba entre muchos de los que, cuando entraban al campo, hablaban de películas idílicas que se dilucidarán en mayo. 

Lo de siempre en la rojez (y en muchos otros sitios). La afición se había lanzado a la piscina de la ilusión creada por el equipo y luego cuesta ser objetivos.

La realidad es que Osasuna tiene en el Getafe a un tipo de bestia negra que parece que el equipo se encasquete. Ya lo entrene Bordalás, Quique o el sursum corda. Los rojillos no tuvieron un mal partido, especialmente en el inicio, pero tuvieron uno de esos días en los que todo lo que puede salir mal, va a salir. 

Si David Soria se tiene que reencarnar en el mejor Casillas, lo hace; si toca un árbitro mediocre que solo sabe controlar el partido a base de tarjetas, pues llega Díaz de Mera y encima alguno se lo pone a huevo con entradas fuera de lugar; si Iglesias no ha marcado ningún gol de profesional, llega El Sadar, ese templo para que la gente se estrene de cara a portería, y zasca. 

Pues eso, todo mal, si ya tenían razón los señores de delante. “Y encima nos cambian el horario” Eso también llevaba a la rojez algo mosqueada. Y con razón. A ver si hay suerte algún día o, incluso, en un ataque de locura, Osasuna defiende los intereses de sus socios. 

Total que con todos esos ingredientes salió un partido embarrado, lejano a lo que quería Osasuna y cercano a lo que quería el Getafe. Los rojillos, incluidos los del banquillo, fueron perdiendo los nervios entre el trencilla y los madrileños rebozándose por el suelo en cada choque. 

Osasuna no supo gestionar ese tipo de partido y llevarlo a lo suyo. Cierto que los rojillos llegaron al área rival, pero entre que eran uno menos y en el Getafe estaba defendiendo hasta Ángel Torres y sus millones, no hubo capacidad de reacción. 

Pero lo importante de los días malos es levantarse, respirar, aprender de los errores y seguir. Y Osasuna tiene dos semanas para ello, ni tan mal. Pero sobre todo, que no todo está mal, estemos tranquilos. La ilusión sigue vigente, pero con tranquilidad.