Si un aficionado imparcial (términos que son antagónicos), mejor diría, si un marciano con ningún concepto del balompié (mejor así), hubiera observado este fin de semana los partidos de los cuatro semifinalistas de Copa, tendría muy claro quien sería el candidato a ganar el título. “Los de rojo, los de rojo…”, o como se diga en marcianés. Unos, los de blanco, empatan con ayudas exógenas, que son las que les mantienen vivos cuando les falta el oxígeno. Otros, los de azul y grana, van dándose pena a sí mismos por un partido que perdieron cuatro días atrás, una semana después de perder la vergüenza a la vista de todo el mundo, también de Marte. Y los de aquí al lado, los de rojo y blanco, lamentando que el dinero no da puntos ni la historia reparte títulos.

De los cuatro equipos, solo los de rojo salieron del fin de semana con ganas de seguir jugando; con el ánimo renovado después de conseguir una victoria que rompe la racha de un solo triunfo en los nueve encuentros anteriores; con la sensación también de conocer su capacidad para reponerse a sendos goles que amenazaron una merecida victoria que ya en la primera parte debería haber tomado rumbo de goleada; con la certeza de que quienes en principio estaban señalados para no jugar de inicio el miércoles, están para retos mayores, también martes y jueves; con la garantía de que lo que tienes en el banquillo, en cualquier momento te saca de un apuro y te hace un golazo de tres puntos.

La plantilla de Osasuna celebra el triunfo ante el Sevilla en el Sánchez Pizjuán. CA Osasuna

Si la Copa estaba ya desde hace unas semanas como la primera de las prioridades, después de esta victoria que coloca a Osasuna de nuevo en puestos de acceso a Europa, el torneo de los sustos y las ilusiones es lo primero de lo primero. No hay que tener miedo de los calendarios porque hay holgura en las fechas de la eliminatoria ni será necesario que con 33 puntos Arrasate vuelva a advertir de la importancia de “no quedarse dormidos”.

El entrenador tiene a toda la plantilla muy enchufada. Particularmente destacable me parece el derroche realizado ayer por Kike García, ejemplo de jugador entregado a la causa, sea la que sea. El delantero dio una lección táctica y física; en el minuto 75 estaba tan agotado que pidió el cambio con gestos ostensibles. Junto a él, un Moncayola todoterreno que comienza a estar por encima de su mejor versión. Y un Pablo Ibáñez que pide paso. Y un David García desde donde comienza a armarse este equipo y este sueño.

La Copa es ahora (y antes) lo más importante. Jugar una semifinal no admite dudas ni dobles discursos. ¡Cómo no va a ser lo más importante! Lo plasma el propio Arrasate sin levantar la voz cuando realiza ocho cambios en la alineación y preserva a algunos futbolistas que considera fundamentales para el encuentro del miércoles. La Copa, y más con el Athletic como rival, es como un regalo a estos cinco últimos años en los que Osasuna ha ido subiendo peldaños, la constatación de una progresión, el premio a un trabajo bien hecho. También un estímulo para la afición, que anhela este tipo de acontecimientos de los que generalmente disfrutan otros. Suena raro decirlo y escribirlo: olvidemos la Liga, solo existe la Copa. Van a cumplirse dieciocho años de la única final, un recuerdo imborrable por extraordinario. Muchos de los que asistieron in situ al encuentro pensaban que nunca volverían a vivir un acontecimiento semejante. Pero de nuevo está ahí, a la vuelta de dos partidos. Y mira que han pasado cosas en la vida de Osasuna desde 2005… No hay que tener dudas: la Copa es lo primero. En Marte lo tienen claro.

Confidencial

Medio millón de una casa de apuestas. Aunque los contratos publicitarios con casas de apuestas no resultan muy populares, el reciente acuerdo de Osasuna con Olybet reportará al club un ingreso extra que se cifra en alrededor de medio millón de euros. Por cierto que el próximo rival, el Athletic, ha firmado también con dos casas de apuestas.