El golazo de Pablo Ibáñez no le cogió a todo el mundo en su asiento en San Mamés. De hecho, hay quien como el director deportivo Braulio Vázquez que apenas se pudo estar quieto en su butaca y casi acaba fuera del estadio de tanto andar de un lado para otro. La vivencia la contó el propio técnico gallego, quien estuvo este miércoles en los micrófonos de Onda Cero Navarra respondiendo a una entrevista en el día después de la gesta.

Braulio contó que mientras él asistía a la prórroga dando pasos sin rumbo en una sala anexa al palco, porque los nervios no le sujetaban y "no quería faltarle el respeto a nadie pero no podía más", había un jugador de Osasuna que tampoco pudo asistir al tanto de su compañero. "Os puedo contar que no lo sabe nadie que, al marcar, me bajé al túnel de vestuarios y allí me encontré a Budimir, que regresaba corriendo al campo. Iba a ser el sexto cambio y como iba a salir a tirar penalti, estaba practicando dentro del vestuario con Pablo (Iriarte, preparador físico) los lanzamientos". El delantero croata fue precisamente uno de los lanzadores que acertó su disparo en la tanda de penaltis de la ronda de octavos contra el Betis. En aquel partido había saltado al campo en el minuto 71 y marcó el segundo de los tiros de la ronda decisiva.

"La novia que todos querían está en la final"

Braulio dijo que la segunda parte la presenció la mayor parte de ella "fuera del estadio. Hablé con el portero para que no tuviera problemas en volver a entrar", contó de la noche gloriosa, en la que destacó que el ritmo frenético y en bloque alto de presión del Athletic no es solo que superara a Osasuna, "sino que lleva al límite a cualquiera. El Barça ganó de milagro, el Madrid sufrió muchísimo. Ellos aprietan mucho hacia delante y son tremendos en los duelos físicos. El ambiente era tremendo, pero el equipo aguantó".

Respecto a la final de Copa, el director deportivo rojillo confesó que para él "es el partido más bonito del año. Es impagable estar ahí. Hay que tener suerte y buscarla. Desde el principio nos pusimos este año el objetivo de hacer algo grande en la Copa. Y esto que ha pasado es importante para la ciudad y para todos. Se trata de culminar un proyecto de muchos años, en el que hay que ver dónde estábamos cuando cogimos el equipo y adónde hemos llegado. Tenemos nuestras limitaciones pero nuestra ilusión no tiene límites. Y mira, la novia que todos querían está ahora en la final". Braulio no quiso olvidarse de nadie en semejante momento y recordó que esta hazaña también es mérito de Roberto Torres, Oier, Iñigo Pérez, Fran Mérida, gente que "por edad termina saliendo del equipo pero que también nos han traído hasta aquí".

Para el partido en la Cartuja de dentro de un mes, Braulio transmitió el mensaje de que conviene disfrutar de todo el viaje y del partido. "La presión nuestra era en el partido de Bilbao. Ese era el día en el que no podíamos fallar y por eso vi a jugadores muy tensionados, algunos superados por lo que nos jugábamos. Pero en la final no podemos perder nuestra identidad, sufriremos pero tenemos que intentar soltarnos también".