Que nadie se confunda, Osasuna ni está salvado ni cerca de hacerlo. A los rojillos le faltan un buen puñado de puntos para certificar la permanencia y que, además, por el camino mostrado contra el Celta, van a costar conseguirlos sangre sudor y esperemos que no lágrimas. 

No es ya el minuto desastroso donde a Osasuna se le escapó el partido, no solo el resultado. El tema está en que los rojillos no mostraron ni siquiera alma. Sí, lo intentaron, pero sin ningún tipo de fervor para por lo menos decir eso de que lo hicieron con corazón pero sin cabeza. Porque de esto último tampoco hubo mucho. Pocas ideas en tres cuartos ante, también hay que decirlo, un equipo con once jugadores metidos en la frontal de su propia área. 

Diría aquel que es economía de guerra y es así. El Celta no está para regalos y cuando vio los tres puntos no pensó en soltarlos. Por otra parte, los rojillos, más desahogados clasificatoriamente, parecieron que tenían poca necesidad.

Y eso es una situación que puede desenvolverse en muy peligrosa como alguno de los de abajo espabile. Ya que no hay que engañarse, la situación es bastante apañada por el simple hecho de que los de abajo están perpetrando una temporada complicada de repetir. Pero eso puede cambiar en cualquier momento y ahí Osasuna debe de haber o tirado hacia arriba y que esté el tema zanjado o, por lo menos, estar en tensión para evitarse problemas. 

Osasuna debe de amarrar, casi como obligación, los partidos de los rivales directos en casa. Así lo ha hecho siempre y es una manera muy sólida de poder construir la salvación.

El partido contra el Celta puede ser un tropezón o algo más serio. Osasuna ha salido de este mercado de invierno más aseado económicamente, pero más justo en cuanto a plantilla. Habrá que ver cómo gestiona esto Arrasate, pero lo que está claro es que a Osasuna aún le faltan puntos y nadie se puede dormir en los laureles. 

P.D: La mejor noticia de esta semana es el fin de mercado. Uno de los más desagradables que se recuerdan por El Sadar y sus oficinas. Ahora toca mirar para adelante y pensar en el futuro y que este sea igual o más brillante, olvidando a quien ya ha quedado en el pasado.