El Sadar tiene la palabra

Para encontrar la última vez que Osasuna jugó un partido en El Sadar hay que remontarse un mes, concretamente hasta el pasado 16 de marzo, cuando el conjunto navarro recibió al Real Madrid, que ganó en Pamplona con holgura (2-4). Por aquel entonces, Jagoba Arrasate se estaba planteando su futuro, que pasaba por continuar en en el club e iniciar una séptima temporada en el banquillo de Osasuna o por aprovechar el final de su contrato y abrochar al término del ejercicio una exitosa etapa como técnico. Y en lo que respecta a la junta directiva, estaba compuesta por seis personas: el presidente, Luis Sabalza, y otros cinco directivos.

Regresa este lunes la competición a El Sadar después de dos parones ligueros (uno por la disputa de partidos internacionales de selecciones y otro por la final de Copa) y entremedias un partido fuera de casa (el que Osasuna ganó 0-3 en Almería contra el colista de Primera), y las cosas han cambiado una barbaridad. Para empezar, Arrasate ya ha anunciado de forma oficial su decisión en firme de poner fin a su etapa como entrenador de Osasuna, mientras que la junta directiva de Osasuna ha sufrido una pérdida por la dimisión de Juanma Garro, una renuncia que todas las partes implicadas han querido desvincular del adiós del entrenador, pero que curiosamente se produjo un par de semanas después de que el técnico tomará la decisión de no renovar su contrato con el club.

Es por eso que el partido de este lunes contra el Valencia se ha convertido en el primera oportunidad de El Sadar para despedir como se merece a Jagoba Arrasate, el entrenador que en su primer año en el banquillo del conjunto navarro devolvió a Osasuna a la máxima categoría, que le ha proporcionado cinco holgadas permanencias consecutivas en Primera, la segunda final de Copa de su historia (la que jugó y perdió el curso pasado contra el Real Madrid en La Cartuja) y la clasificación para la Conference (aunque el retorno europeo de los rojillos resultara efímero).

Sin embargo, el encuentro también aparece como una especie de plebiscito para una directiva a la que muchos han culpabilizado de la decisión de Arrasate de no seguir en el club –sin olvidar que algunas miradas también se han dirigido hacia la figura del director general, Fran Canal–. Y la junta, al límite tras la dimisión de Garro –los estatutos exigen un mínimo de cinco miembros, que son los que quedan ahora–, tendrá que escuchar la opinión de El Sadar, que tiene la palabra un mes después de la última vez que Osasuna jugó en casa. Eran otros tiempos.