Los derbis siempre se caracterizan por las grandes previas llenas de hermandad que realizan entre las aficiones de todos los clubes. Pero esta vez, al ser un partido entre semana y en un horario temprano, los aficionados de Osasuna llegaron con poca antelación a Bilbao y solo en los momentos previos al encuentro se pudieron ver esas imágenes típicas en Pozas.
Cualquiera que pasease por el centro de Bilbao en cualquier momento del día no habría apreciado que horas después se jugaba una eliminatoria de Copa con Osasuna. Las bufandas rojillas escaseaban. Los pocos que estaban o tenían fiesta o podían liberarse de sus quehaceres cotidianos mantuvieron el listón de la rojez alto, pero los pocos grupos que se veían estaban dispersos y sin llamar mucho la atención.
Pasadas las 17.00 horas es cuando se empezó a notar el color rojo por las calles cercanas a San Mamés. “Había que currar”, contaba Eneko, un rojillo que llegó directo a Pozas. Ya los más de 600 que se presentaron en Bilbao comenzaban a notarse, pero hasta entonces el asunto estaba más frío que la temperatura.

“El horario es bueno…para un sábado”
Todos los que iban llegando parecían apurados por el tiempo, como si les tocase jugar a ellos. “No me disgusta el horario”, afirmaba Javier a la puerta del campo. “Pero para un sábado, que hoy había que trabajar”, apuntillaba su mujer Erika. Es cierto que casi con el primer cubata ya se estaba valorando la alineación y no dio para mucho más. Ni siquiera había muchos aficionados del Athletic, que también por trabajo llegaron cuando ya se acercaba el comienzo del partido. Además, la grada de animación del Athletic, en plena huelga, era otro de los temas de debate en la previa.
Derbi raro, con poco ambiente previo. Había que trabajar.