El duelo entre Sevilla y Osasuna de este fin de semana en el Ramón Sánchez-Pizjuán presenta un curioso contraste estadístico: se enfrentan el segundo peor local de LaLiga contra el peor visitante del campeonato. Un partido que, más allá de los números, se antoja crucial para ambos conjuntos en su intento de alejarse de la zona baja.

Pocos imaginaban que el Sánchez-Pizjuán, tradicionalmente una de las plazas más exigentes del fútbol español, se convertiría en un terreno amable para los visitantes. Pero el Sevilla no ha sabido hacerse fuerte ante su afición. Los nervionenses han dejado escapar puntos valiosos y su rendimiento como locales refleja la falta de solidez de un equipo que aún no encuentra una identidad clara.

Los errores defensivos, la irregularidad en el juego y las dificultades para cerrar los partidos han generado un clima de impaciencia en las gradas. Cada jornada en casa se convierte en una prueba de fuego para un Sevilla que, más que mirar hacia arriba, trata de alejarse definitivamente de la zona de peligro.

Enfrente estará un Osasuna que tampoco atraviesa su mejor momento. El conjunto rojillo no ha logrado sumar una sola victoria como visitante en lo que va de temporada, un dato que refleja su fragilidad lejos de Pamplona. Bajo la dirección de Alessio Lisci, el equipo navarro intenta reconstruir su identidad competitiva y recuperar la intensidad que lo caracterizó en campañas anteriores, aunque es conocido que el lunar rojillo de los últimos años ha estado lejos de Pamplona.

El técnico italiano busca un punto de inflexión en un escenario complicado, aunque el mal momento del Sevilla puede presentarse como una oportunidad para romper la mala racha.Ambos equipos llegan con urgencias, necesitados de un triunfo que reactive sus aspiraciones y calme los ánimos. En un duelo marcado por la irregularidad, las estadísticas dicen que alguien deberá romper su mala racha.