- Cuando Eduardo Leoné tenía 7 años, no perdía la oportunidad de ir a ver a Osasuna al campo de San Juan. Allí vio jugar a Zoco. Allí recuerda haber compartido grada con los militares. Eran los años 50. Y allí su emoción se desataba cada vez que se abría la leonera y saltaban al terreno de juego los aguerridos jugadores rojillos entre los aplausos del público. Ahora, este pamplonés tiene 71 años, no ha perdido un ápice de su pasión por Osasuna, es socio desde hace 40 años y ese sentimiento rojillo que le ha acompañado toda su vida lo ha sabido transmitir a sus hijos y a sus nietos. De generación en generación.

La pandemia de coronavirus impide ahora mismo que los aficionados al fútbol puedan disfrutar del juego en el campo. De no ser así, Eduardo estaría en las gradas de El Sadar, como lleva haciéndolo desde hace más de cuatro décadas. Una tradición que comparte con sus hijos, Eduardo y Susana; con su cuñada, Carmen Eguaras; y con sus nietos Haymar, de 13 años, y Markel, de 7. Una familia de socios osasunistas. "Nosotros no hemos sido nunca forofos de meter mucho ruido, sino que hemos llevado la afición con tranquilidad. Ver jugar un partido y animar, por supuesto. Pero siempre desde la tranquilidad", explica Eduardo Leoné.

Esta familia osasunista ha estado muy presente en algunos de los acontecimientos más relevantes del club. Muestra de ello, son las bufandas que lucen con orgullo para este reportaje. El abuelo, Eduardo, la de la final de la Copa del Rey en Madrid en 2005; o los peques, Haymar y Markel, otras dos de cuando el equipo se encontraba en Segunda División. La que porta también con orgullo la suya es Carmen Eguaras, quien sostiene con fuerza la de la peña osasunista Hermanos Flaño de Noáin, a la que pertenece desde su fundación. Junto a sus miembros, ha viajado por ciudades como Málaga, A Coruña, Valladolid, Soria o Tarragona, demostrando así su pasión por los colores rojillos y por un sentimiento: el osasunista.

La emoción de ver a Zoco

En el rincón infantil

Eduardo Leoné tenía la edad de su nieto Markel cuando empezó a ir al campo de San Juan a ver los partidos de Osasuna. De allí guarda sus primeros recuerdos como osasunista y uno de los que se le ha quedado en la memoria es cuando veía jugar a Zoco. También, tiene en su retina algunos flashes, como cuando los niños compartían espacio con los soldados para presenciar los encuentros. "Íbamos a la sección infantil con los militares. Nos metían en ese rincón. Y era muy emocionante cuando los jugadores salían de la leonera, debajo de Tribuna Gol, que entonces era de madera. Se abría la jaula y salía el equipo. Era muy bonito", rememora.

Más tarde, este pamplonés de 71 años pudo disfrutar de la inauguración de El Sadar, en 1967. Y ahora, desde hace cuatro décadas, es un fijo en sus gradas. Del estadio rojillo no olvidará jamás, por la "alegría" que supuso, "una promoción de ascenso que se jugó con el San Andrés" en los años 70 y cuyo desenlace fue "en Zaragoza". "Sería de las primeras veces que el campo se llenaba y había mucha animación", recuerda.

Entre sus jugadores predilectos, nombres que ni sus nietos de lejos conocen, pero que a él le han marcado. "Me gustaba mucho Sabino y de portero Celdrán. Luego vinieron cedidos del Barcelona Zaldúa y Gensana y aquella fue una temporada muy bonita. También recuerdo, y mucho, a otro portero: Eusebio. Alegraba mucho los entrenamientos con sus piruetas y su espectáculo".

De aquellos años a la época actual muchas cosas han cambiado dentro del mundo del fútbol, aunque lo que no ha variado un ápice, para este aficionado rojillo, es el carácter del equipo. "Sigue siendo el equipo aguerrido de siempre. A mí me hace mucha gracia cuando la gente dice que no se juega a fútbol. Pero es que aquí, en el momento en el que se ha empezado a jugar a fútbol, hemos ido a Segunda. Osasuna es un equipo que no da un balón por perdido, va a por todas, y el día que falla eso, mal vamos".

Eduardo Leoné ha pasado el testigo de su afición osasunista a sus hijos: Eduardo, de 47 años y padre de su nieto Haymar; y Susana, de 44, y madre de Markel. Aunque en la actualidad Eduardo no es socio, sí que lo ha sido en el pasado y hoy en día "pelea" con su hermana, tal y como ella dice, por ver quién asiste a los partidos.

En los dos hermanos se agolpan mucho los recuerdos de cuando eran niños y empezaron a vivir la afición por Osasuna. Eduardo echa la vista atrás y a su memoria vienen "las tres o cuatro filas de cajas de pan al lado de la valla, en El Sadar, donde la gente se subía para ver el partido". O la presencia "de Chiquilín" por el campo animando con sus inconfundibles cantos. Tampoco olvida cuando acudieron a ver al Glasgow Rangers, en la UEFA, "y nos encontramos el estadio rodeado de toda la caballería que trajeron desde Zaragoza". Ni tampoco "el petardo a Buyo" o "el marcaje de Castañeda a Maradona". Eduardo Leoné Eguaras sabe que Osasuna genera sentimientos contrapuestos y que con este equipo se pasa de la euforia al llanto en casi nada. "Nos ha dado más disgustos que alegrías, pero es igual que la familia. A lo mejor te cabreas muchísimo, pero el domingo siguiente vuelves a ir", constata.

En esa misma línea se expresa su hermana Susana, quien sobre todo recuerda "las lloreras y nos nervios" que pasaba cuando aterrizaba en El Sadar alguno de los grandes. Pero ante todo vive Osasuna "como algo de todos". "No me gusta que se diga sólo Osasuna de Pamplona. No es sólo de aquí. Viene mucha gente de la Ribera y de otros pueblos, así que es algo que nos une", asegura esta pamplonesa, socia rojilla desde los 12 años.

Muy de cerca ha vivido esta pasión también su tía Carmen Eguaras, quien puede presumir, al igual que el abuelo de la familia, de llevar 40 años con la tarjeta rojilla. "Me lo paso muy bien viéndoles jugar. Es el equipo de mi tierra y lo disfruto además con mi familia y con la gente de Noáin con la que estoy en el campo", explica.

Carmen, Eduardo padre, Susana y Eduardo hijo llevan toda una vida viviendo la pasión por Osasuna. Pero la saga no termina ahí. Por detrás vienen los pequeños de la familia, Haymar -hijo de Eduardo- y Markel -hijo de Susana-. Y ese legado, continúa. En el caso de Haymar, de 13 años, lleva desde los 7 siguiendo como socio las andanzas de su equipo de fútbol. Reconoce que no es mucho de animar, pero que está deseando ahora mismo "que vuelva a haber fútbol en El Sadar" para ver jugar a su equipo. Se declara fan del capitán, Oier, mientras que su primo, Markel, es más de Roberto Torres y de Chimy Ávila. Con sólo 7 años, Markel ha continuado el legado familiar y es también socio de la entidad rojilla. Y como buen aficionado al fútbol, apunta alto en sus deseos: "Me gustaría que Osasuna ganara la Champions o algo parecido", dice. Nunca se sabe.

40

Eduardo Leoné, el abuelo de la familia con 71 años, lleva cuatro décadas como socio de Osasuna. El mismo tiempo cuenta Carmen Eguaras, su cuñada, de 73, quien sacó la tarjeta "porque mi hermana Teresa, su mujer, no quería ir al fútbol de lo nerviosa que se ponía. Así que me hice yo". Susana, la hija de Eduardo de 44 años, se hizo socia con 12, mientras que su hermano Eduardo, de 47, ha sido socio en dos tandas y ahora comparte abono con ella. Haymar, de 13, y Markel, de 7, también tienen sus tarjetas.

"Era emocionante cuando los jugadores salían de la 'leonera', en el campo de San Juan. Se abría la jaula y saltaban al campo"

"Osasuna nos ha dado más disgustos que alegrías, pero es como la familia. Te cabreas, pero al domingo siguiente, vuelves"

"A mí cuando dicen Osasuna de Pamplona no me gusta. Este club es de todos. A El Sadar viene gente de la Ribera y otros pueblos"

"Me lo paso muy bien viéndoles jugar. Es el equipo de mi tierra y lo disfruto además con la familia. Y con la gente de Noáin"

"Soy socio de Osasuna desde hace 7 años. Ahora tengo 13. Estoy deseando que vuelva a haber fútbol en El Sadar"

"Me gusta mucho cómo juega Osasuna. Me encantaría que algún año ganara la Champions League o algo parecido"