"LLEVO diez años con esta enfermedad y lo peor es el daño psicológico. Si no te ayudan, no puedes entrar a los sitios". Con estas palabras, Asun Azonza, pamplonesa de 49 años, explicó la situación que viven los afectados por esclerósis múltiple en Navarra. Ayer quisieron potear por los bares del Casco Viejo. En lugar de a pie, en silla de ruedas. Y ahí comenzó el problema.

"Hay zonas en Pamplona, como el Casco Viejo, que por antigüedad no están adaptadas. Y hay otros bares nuevos que han reformado sus instalaciones, pero no lo han modificado para que sea accesible. Queremos concienciar", señaló Mercedes Polanco, terapeuta ocupacional de Ademna (Asociación de Esclerosis Múltiple de Navarra).

Con este objetivo, Marta Barrachina, Angelines Arteta, Vicente Ortiz, Conchi Jiménez, Iñaki Etxegarai y Laura Cuevas, afectados por la enfermedad y acompañados por los voluntarios Gorka Pérez y Raúl Mendióroz, recorrieron durante toda la mañana diferentes bares con desigual fortuna. En algunos casos, un escalón impidió el paso, mientras en otros, una rampa permitió el acceso. "Hay una guía en el que aparecen todos los bares adaptados. Pero hay veces que en un lugar que aparece como tal, hay un pequeño escalón o un baño en el que no hay espacio para girar la silla", apuntó Polanco. Por otro lado, esta iniciativa ya se realizó el año pasado en Ansoáin (donde se encuentra la sede de Ademna).

la enfermedad En Navarra hay un total de 480 afectados por la esclerosis múltiple. Se trata de una enfermedad del sistema nervioso central que interrumpe periódicamente o de foma definitiva, en el caso más grave, los impulsos nerviosos. "Es degenerativa, lo que ocurre es que algunas personas, en dos años, están muy mal, y a otras les afecta muy poco a poco. Es variable", explicó Polanco. "De ahí que se caracterice por el desconcierto. La persona no sabe que va a encontrar. Suele afectar a las personas de entre 20 y 40 años, es una época de tomar decisiones", resumió.

Laura Cuevas tenía 26 años cuando le diagnosticaron la enfermedad. Ahora tiene 62 años, hace la compra y tiene, en cierto grado, autonomía. "La movilidad la tengo decente", afirma mientras da algunos pasos. Tiene dos hijas y cinco nietos. Hace poco viajó a Turquía y en sus próximos planes está visitar Roma. Ayer por la tarde su plan era ir a la piscina "si el tiempo me deja", apuntó. A Conchi Jiménez, de 64 años, le gusta ir de compras. La enfermedad le molesta "cuando hay algún escalón". También suele ir a la farmacia. Lleva 12 años desde que se le diagnosticó. La mayoría coincidió en afirmar que "al principio uno se siente distinto a los demás. Pasas a necesitar ayuda de las personas, sobre todo para llegar a algunos sitios", explicó Marta Barrachín. Algunos llevan sillas manuales mientras otros optan por sillas motoras. Vicente Ortiz es uno de ellos. "Coge una velocidad tremenda", bromea Asun Azonza. Vicente le replica: "Conchí sí que corre". Ambos se ríen.

la asociación Para los afectados es un alivio que exista Ademna, desde 1998. "Sientes que hay gente como tú, que te entienden. Al principio no era partidaria de asociaciones", explica Azonza. También para los voluntarios es una nueva experiencia. Gorka Pérez, de 26 años, explica que "te llena. Aprendes a estar con personas que no son de tu entorno", apuntó. En el plan de acogida primero se trata con el trabajador social y el psicólogo. "El fin es escuchar y explicar la labor", señaló Polanco, terapeuta.

Tras unos pinchos, el paseo por los bares del Casco Viejo concluyó. La silla de ruedas no fue un obstáculo para el buen ambiente.